viernes, 10 de febrero de 2012

epílogo


La cosa sobre la marcha fue bien. Perdí la noción del tiempo durante la gira, solamente me centré en el chico que había adueñado mi corazón recientemente.
Pronto terminamos el tour, y regresamos a principio de primavera de nuevo a Inglaterra, Londres. A mi hermano le costó un poco asimilar mi relación con Danny, pero finalmente, lo aceptó. No puedo contaros lo que sucederá dentro de unos años, pues ahora escribo esto en el presente.

Mi relación con Dan fue para mejor. No tuvimos muchas complicaciones, aunque siempre hubo alguna que otra, típico en las parejas, pero de por sí, nos va bastante bien.
Ahora mismo llevo medio año con él. Sí, se que aún es poco, pero cada cosa a su debido tiempo, y por ahora, aún queda mucho por delante.

Pasemos a hablar de Alice y Tom. Ellos, al igual que nosotros, les va de maravilla. Alice se pasó a vivir junto a Tom, y por ahora sus vidas con Marvin les va fenomenal. Me alegro por ellos, pues Tom ya sufrió por Giovanna, y el vacío que dejó esta dentro de él, lo ha recompuesto Alice.

Sobre Dougie y Melanie… me temo decir que no les fue tan bien como a nosotros.
Hoy en día, los dos ya cortaron, y llevan su vida en carreteras paralelas. Siguen siendo nuestros amigos, obviamente nada a cambiado en el tema de la amistad, pero tienen que hacer ambos un esfuerzo para verse.
Todo terminó para ellos cuando Doug, un día no soportó más a Melanie, y tuvo que dejarla. Mi amiga se pasaba el dia entero enjuiciando al bajista, preguntándole detalladamente lo que hacía al día, sin dejarle respirar.
Le fastidiaba que Dougie saliera con sus amigos, que se hiciera fotos con las fans, que incluso nos hablara a nosotras, hasta que un día Mel virtió la gota que colmaba el vaso en él, y no pudo más. La cosa terminó a finales de Invierno.

Y por último, Daisy y Harry. Son una pareja maravillosa, son increíblemente parecidos en la forma de pensar y actuar, y digo con seguridad que esta pareja tiene futuro. Apenas se les ve levantarse la voz, y si resurge algún pequeño problema entre los dos, ambos se desviven por arreglarlo y seguir bien.


Y después de ellos, la cosa está bastante bien. Entre ninguno de los dos hay problemas, los chicos continuan haciendo conciertos por el pais, yendo a fiestas como siempre.. todo va sobre ruedas.

Y aquí pongo fin a mi historia. Pudo haber sido algo larga, y la podría continuar, pero lo que pasó de aquella noche a mis presentes días, no tiene sentido ser contado, pues haría que os durmiera en vuestra silla.
Dicho esto, este es el fin de la historia de Cady, de mi historia.. pero quien sabe si algún día la continuaré.

último capitulo 72

El viaje hacía Valencia se hizo corto. Esta vez fuimos en autobús, y mientras los chicos daban el concierto, nosotras nos quedamos en el hotel. Nos quedamos varios minutos en el gran salón de estar que tenía el hotel, hasta que tocaron las once de la noche y decidimos regresar a nuestras habitaciones.
Me quedé varios minutos despierta, esperando oír a los chicos abajo, pero al ver que no escuchaba nada, me metí en la cama.
Estuve vario rato viendo la televisión española, hasta que de pronto, diferencié sus risas.
Me emocioné una vez más, pero pronto recordé de que seguramente Danny regresaría a su habitación, no a la mía. Hubiera podido ir con él, pero no quería molestarle. Vendría cansado del concierto y tenía que descansar.

Me acosté de nuevo, hasta que de pronto, oí unos golpes en la puerta.
Pasé de la idea principal del fantasma o la niña fantasma, y fui rápidamente hacía la puerta para abrirla. Una vez lo hice, allí estaba de nuevo Danny, con sus rizos alborotados y con su sonrisa reluciente.

-Creía que no ibas a venir. –Dije, pero no pude añadir nada más.

Había entrado rápidamente a mi habitación y rodeado por la cadera, sumergiéndome en un profundo beso. Aquello me sorprendió, pero me encantaba. Me encargué esta vez yo de identificar el beso, hasta que él tomó aire para hablar.

-Creía que no ibas a estar despierta. –Le sonreí, a lo que él me devolvió otro suave beso. –Cady… -Alejó un poco su cara de mi para observarme bien. -¿Quieres ser mi novia?

Por un momento mi sistema respiratorio dejó de funcionar, y cuando lo hizo solamente logró decir una palabra.

-¡Sí! –Grité yo, emocionada.

Me tiré de nuevo hacía él, y nos volvimos a besar, pero la cosa no se quedó allí.
Noté como desabrochaba mi camisa. Me desconcerté un poco, pero no dudé en seguir. Una vez me la quité entera, empujé su camisa hacía arriba, haciendo que quedara al descubierto su pecho. Noté como me cogí y me tiraba  a la cama, mientras hacíamos un duro trabajo para desabrochar el botón de mi pantalón. Seguido esto, logré quitármelo con las piernas, y está vez fui yo la que hizo lo mismo con él suyo, hasta que en un abrir y cerrar de ojos, ambos nos quedamos en ropa interior. Dan desabrochó poco a poco mi parte superior, y luego prosiguió a él a quitarse su última prenda.
Vi como observaba, lo que consiguió ruborizarme, pero pronto me lo quitó de la cabeza con otro beso.
Y por último, me libré de mi la parte inferior de mi ropa interior, quedando ambos completamente desnudos.
Me acomodó cuidadosamente sobre la cama, y antes de empezar nada, me dirigió una mirada insegura.
Yo solo pude contestarle con una sonrisa y otro beso, y dicho esto, la noche que jamás olvidaría comenzó allí.




Fin.

capitulo 71

Abrí poco a poco los ojos, un poco desconcertada, pero lo que me encontré delante mía hizo que todos mis pensamientos se disolvieran.
Danny dormía a mi lado, como si fuera un ángel, mientras los suaves rayos soleados atravesaban el cristal de la ventana y se reflejaban en su rostro, haciendo destacar las perfectas pecas y cualquier detalle de su cara.
Me levanté con una sonrisa de la cama y aprovechando que Danny estaba dormido y que cuando ya no se oyeran sus ronquidos, sería un aviso de que estaba despierto.
Me quité el pijama y vestí unos jeans vaqueros, acompañados de una sudadera.
En el momento idóneo, sus ronquidos cesaron, y me giré para comprobar si aún estaba dormido, pero lo que me encontré fueron sus ojos azules observándome.

-¿Te ibas a marchar sin mí? –Me preguntó con una de sus sonrisas mientras se levantaba hasta mi.
-No, solamente estaba aprovechando para vestirme.
-Tampoco pasó nada anoche para no poder verte en pijama… -Sonreía, pero de repente desapareció su sonrisa. -¿Estabas en pijama?
-Sí, tonto. –Reí sin evitarlo, mientras el me rodeaba de nuevo por la cintura. Aún no me había acostumbrado. -¿Siguiente parada?
-Valencia. –Me depositó otro beso, mientras yo evitaba no desmayarme. Una vez más, mi estómago se descontrolaba. -¿Bajamos a desayunar?

Había olvidado que Danny había dormido en ropa diaria.

-Bajemos. –Le dije mientras me dirigía primera hacía la puerta.

Una vez salimos, nos dirigimos directamente hacía las escaleras. Vi que Danny se paraba un segundo y echaba la vista hacía abajo, lo cual yo le seguí. Me mostraba su mano abierta, y enseguida entendí lo que quería decir. Junte la mía sobre la suya, y ambas se entrelazaron.

..

-Si que tardan en bajar. –Comentó Alice mientras cogía una tostada.
-Sí, pero hoy Danny no pasó la noche en su habitación. –Aportó Dougie, con una sonrisa traviesa que lo decía todo.
-¿Ustedes creen?
-Me apuesto lo que sea a que la paso con Cady… e hicieron algo más que dormir. –Dijo Harry con total seguridad.
-Chicos, no seáis así. –Les dijo Tom, aguantando la risa. –Hicieran lo que hicieran, es cosa suya.
-Que extraño, yo no oí nada, y eso que estoy en la habitación de al lado de Cady. –Aseguró Daisy. –Lo que sí oí fue a Danny cantar a las tantas por mi pasillo.
-Era su plan.
-Y funcionó. –Alice dio varias palmadas, emocionada. –Que bien, espero que por fin estén juntos.
-La canción fue increíble. –Siguió diciendo Melanie. –Yo creo que realmente Dan… -Pero Dougie le insertó rápidamente una magdalena en la boca para que dejara de hablar.

Todos miraron a la misma dirección, hacía la puerta del comedor. Danny y Cady entraban, y sin duda, no tardaron en bajar la vista. Estaban cogidos de la mano.


-Buenos días. –Saludé, rebozando de alegría.

Nadie contestó, pero sabía porque. Todas las miradas miraban a nuestras manos, y sabía que después de lo que miraban, iban las preguntas.

-¿Qué hicieron anoche? –Preguntó primero Melanie, quien fue la única que levantó la vista.
-No paso nada. –Aseguré, aunque sabía perfectamente que no me creían.

Me senté en una silla libre al lado de Dougie, mientras que Danny se acoplaba a mi lado. Le sonreí alegremente, pues era inevitable disimularlo. Él me sonrió aún más contento que yo, y acercándose a mi, me dio otro dulce beso.
Estiré el brazo para coger la leche, pero me di cuenta que unos ojos delante mía me observaban. Melanie de nuevo. Sin duda había visto el beso.
Carcajeé y derramé leche sobre dentro del vaso, ignorando su mirada. Sabía que no era la única, pues había notado el silencio que habían formado los demás después del beso.

capitulo 70

En las películas que solía ver junto a mis padres aquellas tardes aburridas cuando me sobraba tiempo, la protagonista que vivía la historia de amor solía ir corriendo hacía la puerta, abrirla y encontrarse enfrente a su príncipe azul.
O también, cuando acostumbraba a quedarme hasta las tantas de la madrugada con Melanie viendo películas de terror, la chica abría la puerta y amarecía una niña con bata blanca, o la chica del pozo.
Aquello fue suficiente para perdiera más valor de ir e abrir. ¿Y si ocurría lo de las películas?

-¿Cady, estás despierta? –Oí como susurraba, seguramente inseguro de llamar. Sonreí sin evitarlo, y fue hasta la puerta para abrirla lentamente.

Pude encontrarme su precioso rostro, sus ojos azules que tanto ansiaba volver a ver y sus pecas adornándole la cara. Una vez más, mi cuerpo se tensó y comencé a crearme mis propias dudas. Era incapaz de romper el incómodo silencio, así que decidí esperar a que él lo hiciera.

-¿Has oído lo que cantaba? –Su sonrisa pícara apareció, pero yo solo pude reír en silencio.
-Sí, lo he oído. –Eché un vistazo al final del pasillo. -¿Ya habéis regresado?
-Tom me dijo que habías llamado, de modo que supusimos que era hora de regresar. Las fiestas españolas son agotadoras.
-Algún día las viviré. –Me auto convencí yo misma. –Y bueno. ¿Te pasabas solamente por aquí? –Intenté que sonara amable.
-No. –Rió. –Se que es un poco tarde, pero ahora no creo que nada nos moleste para hablar. –Tragué nerviosamente saliva, y gracias a mi mala suerte, resonó por todo nuestro entorno el sonido. -¿Puedo pasar?
-Claro. –Le di paso, y cerré la puerta tras él. Esperó a que hablara, pero no lo hice, de modo que prosiguió.
-Cady, ya sabes lo que siento por ti. –Dio un paso hacía mi, pero se paró, inseguro. –Jamás antes había dedicado una canción a otra chica, y no se porque, esta vez lo he hecho. –Sonrió con su angelical sonrisa. –Supongo que me he enamorado. –Volvió a mirarme, y noté la pregunta en sus ojos. –Solo quiero asegurarme de que si tu también sientes lo mismo hacía mi.

Abrí la boca, esperanzada de que se me ocurriera algo y lograra decir, pero fue en vano. No lograba que ninguna palabra saliera de mi garganta, y todo aquello por el nerviosismo. Al parecer, él lo notó, y lo único que hizo fue cogerme una mano.
Yo me quedé allí, anonadada, observado nuestras manos entrelazadas. Era precioso.
Volví a subir la vista hasta él, y le encontré. Sabía que todo aquello dependía de mi, de mi valentía, así que por un segundo decidí desprenderme de mi mente y hacer caso a mis instintos e impulsos.

Di un largo paso hacía delante, y como si mis brazos renunciaran a mis pensamientos, rodeé al guitarrista por el cuello. Me acerqué todo lo que pude a él, y estirando mi cuello y cuerpo, logré llegar hasta sus labios.
Seguido esto, nos fundimos en un beso, un beso que había sido yo la valiente que lo había provocado.
Pronto se intensificó, pues Danny me rodeó por la cintura suavemente, y en lo que hubiera sido un abrir y cerrar de ojos, nuestras lenguas ya se habían juntado.
Poco a poco fue disminuyendo la potencia, hasta que nos quedamos ambos juntando nuestras frentes tan solo. Me sonrió con una amplia sonrisa, y yo sin evitarlo, también lo hice. Mi estómago en aquel momento no tenía palabras para describirse, pero fue extraño que lograra ignorar tantas cosquillas dentro de el.

-Te quiero. –Me susurró Dan tranquilamente, y yo aún sin creerme lo que oía, decidí arriesgarme en lo que creía un sueño.
-Yo también. –Y nos volvimos a sumergir en otro apasionado beso.


capitulo 69

Ignoré a las chicas durante todo el camino, pues mi mente aún estaba apartada del mundo, pensando en lo ocurrido y en lo que podría pasar. Sin duda la idea de hablar sobre el tema con Danny me inquietaba, y hasta conseguía poner mi piel de gallina. Aunque me podía hacer una idea clave de lo que me iba a decir, tenía miedo, pues yo era así. Estaba ignorando a la canción que me había dedicado, y mi mente solamente podía reflejar la palabra rechazo. Sí, yo era así de tonta.
Subí lentamente a mi habitación, despidiéndome de mis amigas y recorriendo los largos y claros pasillos del hotel, con paredes altas y suaves, blancas sin ninguna suciedad, que coordinaban con las puertas de roble.
Busqué mi llave en el bolsillo, y suspiré aliviada al ver que no las había perdido.
Me encerré en mi habitación mientras me dejaba caer en la blanda cama, y cerré los ojos intentando poder concentrarme en mis problemas.. bueno, si se podía llamar problemas.
No tardé en caer en un profundo sueño.

Me desperté algo agitada, respirando fuerte, pues algo había soñado que me había inquietado. Intenté recordarlo, pero por desgracia, no pude. Un miedo me recorrió cada parte de mi cuerpo, y mi mirada se posó automáticamente en el reloj. Las doce y media.
Los chicos ya habrían llegado hacía rato. Suspiré melancólica, intentado volver a dormirme, pero al cabo de unos minutos me reincorporé, comprendiendo que en aquel momento, aquello era imposible.
Me levanté y salí de mi habitación. Sabía que iba a molestar, pero necesitaba su apoyo, necesitaba sus sabios consejos, y que su hoyuelo me alegrara un poco en aquel momento.
Crucé varias esquinas, hasta que llegué a su puerta número 59. Di dos golpes secos en ella, esperando que abriera, pero nadie lo hizo.
Apegué mi oído a la madera de la puerta, intentando oír algún sonido dentro de el, pero un silencio sepulcral reinaba dentro. Resoplé, sin saber donde se hallaba Tom. Era ya tarde, y debían de haber vuelto, a no ser de que, como solían hacer muchas ocasiones, hubieran celebrado el concierto.
Saqué mi móvil, y marqué su número, el cual me sabía de memoria. Tardó un par de segundos hasta que me lo cogió, y enseguida reconocí la música. Sí, había acertado.

-¿Cady? ¿Estás bien, ha ocurrido algo? –Preguntó intentado sobrepasar la música con su voz.
-No, no, tranquilo. –Me sonreí a mi misma, agradecida por su preocupación. –Es que había venido a tu habitación, y al ver que no abrías, pues… -Fruncí el ceño, sin saber como seguir. –me preocupé.
-Oh. –Noté su risa. –No, estamos aún en la calle. Nos paramos al ver una fiesta en la calle, y bueno, aquí estamos aún. –Carcajeó, mientras yo solo sonreí. -¿Seguro que era yo a quien buscabas?
-Pues claro. –Aseguré, frunciendo el ceño por su duda. –¿Tardaréis mucho en volver?
-No creo. Dentro de unos minutos me encargaré de sacar a la fiesta a estos. –Asentí, aunque sabía que él no podía verme. -¿Quieres que vayamos ya?
-No, descuida. –Carcajeé esta vez yo, solo que lo hice forzadamente. –Nos vemos mañana, Tom. Buenas noches.

Y colgué.
Me quedé en un vacío, en un abismo de duda. Sabía que Danny adoraba las fiestas, las idolatraba, y que en ellas se descontrolaba. Caminé de regreso ha mi habitación, intentando salir de la duda, pero solamente conseguí sumergirme más.
Me senté en el borde de la cama, y encendí el televisor, intentando encontrar algo interesante. Pero había un problema; estaba en España, y la programación era en Español. Suspiré frustada, y solamente queriendo que el tiempo pasara hasta que cogiera aire, presté atención a la pantalla.


Supuse que las horas pasaron deprisa, o por lo menos los minutos, porque justamente cuando roté mi cabeza de nuevo al reloj, oí como una grave y ronca voz que venía del pasillo cantaba.

-I Could be in California, I wanna tell ya when I call ya, I could’ve fallen in love, I wish I’d fallen in love.

Era Danny, sin lugar a dudas.
Mi respiración se agitó, y presté atención para seguir su voz con mi oído, y tal como esperaba y en el fondo deseaba, se paró enfrente de mi puerta.

capitulo 68

Salí lenta de nuevo hacía la calle, pues en el local español se estaba bastante caliente. Se podía ver a señores cincuentones ver el futbol animadamente, mientras decían en voz alta cosas que no entendía. Cuando llegué a la puerta de salida, decidí decir adiós al calor y confort de la sala para saludar al frío de la calle.
Nada más pisar la acera y antes de que llegara a la mesa con mis amigos, noté como alguien me cogía de la muñeca y me empujaba hacía un lado. Me extrañé por aquello, de modo que miré rápidamente quien me había cogido, por si acaso. Pero tan pronto como empezaba a asustarme, reconocí unos densos y preciosos ojos azules, los únicos que lograban cautivarme. Despejé mi terror y sentí como mi respiración volvía a ser suave, mientras al contrario de mi corazón, los latidos comenzaban a delatarme. Una vez más, su presencia conseguía ponerme nerviosa.

-Tranquila, soy yo. –Me aclaró Danny, mientras me llevaba un poco lejos del bar.
-¿Qué quieres? –Le pregunté dubitativa, mientras nos parábamos en una esquina algo oscura, alejada de la gente.
-Te dije que quería hablar contigo sobre lo de anoche. –Me sonrió, mientras se apoyaba en la pared. –Dime, ¿por qué te fuiste del concierto cuando toqué… tu canción?

Tragué saliva muy violentamente, haciendo que resonara entre aquellas oscuras paredes. Mis sistema nervioso se agitó, y fue raro que mi corazón no dejase de latir por la gran velocidad que llevaba. Intenté buscar las palabras correctas para expresarme, pero había que admitir que ni yo misma conseguía saber porque aquel día me fui.

-La verdad, no lo sé. Supongo que… me emocioné demasiado. –Arrugué el ceño, pensando mis palabras. –Quiero decir, no me lo esperaba y…
-Te entiendo. –Me ahorró las palabras con una risa. –Sé que es una forma muy cobarde de expresarte mis sentimientos, pero esta vez no he tenido agallas para hacerlo. –Me levantó las cejas, esperando mi respuesta. –Y bueno… ¿qué opinas?
-¿Yo? –Reí entrecortadamente, nerviosa. –Oh, claro, he de decirte lo que me parece.. ¡o lo que siento! –Me froté los ojos, callándome para no dejarme en autoridículo. –Mi*rda, lo siento, no se ni lo que digo. –Me sonrió despreocupadamente. –Yo… -Pero no me dejaron acabar la frase, pues pronto noté que una sombra aparecía, cortándonos el momentos.
-Siento interrumpir, pero es hora de irse. –Nos informó Tom, mostrándonos su adorable hoyuelo. –Tenemos que prepararnos todavía para el concierto.
-Dios, es verdad. –Se acordó Danny, fastidiado. –Siempre hay algo que me tenga que interrumpir. –Suspiró, y me miró indeciso. –Supongo que tendremos que dejar la charla para otro momento.
-Sí. –Acepté, mientras veía como Tom se alejaba de nuevo hacía la multitud.

Empezamos a caminar lentamente hacía nuestros amigos, intentando no despedirnos, pues yo por lo menos no quería alejarme en aquel momento de él. Aunque me había resultado casi un favor que Tom hubiese venido a avisarnos del concierto, también me fastidiaba, pues quería hablar lo ocurrido con Danny.

-¿No me deseas suerte para este concierto? –Me preguntó durante el trayecto con su voz seductora y su pícara sonrisa.
-¿Suerte? –Me extrañé sin pillarle sentido, pero pronto recordé el beso antes del pasado concierto. –Oh… -Intenté disimular. –No te hace falta suerte para hacerlo genial.

Me sonrió con algo de tristeza, pues yo incluso sentí un vacio en mi pecho al no tener agallas de ir y plantarle un beso como hizo él, pero así era; una cobarde. Se despidió de mi con una sonrisa, y se reunió con sus amigos, preparados para subir al coche. Nosotras, por otra parte, esperamos a que se alejaran, y una vez lo hicieron, empezamos a dirigirnos de nuevo hacía el hotel.

capitulo 67

Me despedí de él con una sonrisa, mientras le observaba alejarse. Luego, me volví a girar hacía Danny, y le dediqué una mirada molesta. Este solo rió.

-¿Por qué me miras así? –Puso sin dificultad su maleta en el maletero. -¿Querías esa cita en Montpellier?
-¿Te molestaba que tuviera una cita con Pablo en Montpellier? –Le pregunté sonriendo sarcásticamente, y entonces él se volvió serio durante unos segundos.
-Yo te podría conseguir una cita más romántica y mejor en Montpellier que él. –Me guiñó un ojo. –Aunque la cita no tardaría en salir en la prensa.
-¿Qué? –Danny me miraba sonriendo tiernamente. –No me importa ni la prensa, ni el romanticismo, ni nada de eso. Lo importante de una cita es tenerla con la persona que quieres. –Le levanté una ceja. –Además, no siempre te vigilan a todas horas.
-¿A no? –Rió, mientras se acercaba un poco hacía mí. –Dime, ¿Crees que ahora nos está mirando algún paparazzi?

Observé mi entorno, tranquilo y pausado, mientras lo único que se oía era el cantar de los pájaros. Me volví hacía él, con una sonrisa orgullosa dibujada en mí.

-No hay ninguno ahora. –Le sonreí. -¿Ves como tengo razón?
-¿Estás segura? –Me sonrió pícaramente. –Observa.

Fruncí el ceño, para ver que demostración me hacía, pero lo único que me dio tiempo a ver fue como me cogía suavemente de la cadera y se acercaba rápido a mi, mientras me daba un tierno beso.
Me quedé paralizada, notando sus suaves y cálidos labios sobre los míos, volviendo a caer en una telaraña de un profundo pozo, alejándome de la realidad. No supe que hacer con mis brazos, ni como actuar, pues sabía que aquello era solo una demostración, pero lo que parecieron unos 3 segundos, para mi fue media hora. Tan pronto como disfrutaba de aquella acción suya, noté un flashazo en mis ojos, haciendo que me provocara una reacción molesta, pero no quise separarme de él.
Se separó lentamente de mí, sin acortar todas las distancias. Solamente nos separaban unos 3 centímetros, pero no pude evitar girar mi cabeza hacía donde había recibido el destello. Vi como se alejaba un individuo agachado, intentando no ser visto, pero era inevitable. Me mordí el labio, con rabia de haber perdido, pero también de la foto que nos habían sacado. Miré de nuevo a Danny, quien aún no había apartado sus manos de mi cintura.

-¿Por qué has hecho eso? ¡Esa foto va ha salir en todas las revistas francesas! –Le reproché.
-Y no francesas. –Aportó él, cerrando la puerta del maletero. –Vamos, no intentes fingir, te ha gustado. –Me guiñó un ojo, mientras entraba al coche.
-¿Qué? –Le seguí, y me senté a una banda, mientras él se acoplaba al centro, al lado de Daisy. Cerré la puerta tras de mi. -¡No me ha gustado! –Le susurré forzadamente, sin pensar exactamente lo que decía.
-¿Sí? Pues incluso cuando has notado el flash de la foto no te has molestado en separarte. –Noté como Tom arrancaba el motor. –Está bien, lo siento por el beso. Pero si te soy sincero, echaba en falta la calidez del beso de ayer.

Giré mi cabeza y miré por la ventanilla, mientras observaba como nos alejábamos poco a poco de la gran ciudad. De nuevo, estaba convencida de que mis colores habían saltado, así que preferí que Danny no lo notara. A los pocos minutos de estar mirando por el cristal, noté que por arriba de mi hombro aparecía una mano, que incluso en ella habían señales de sus pecas. Volví a girarme para mirarle, y Danny me miraba sonriente, sin quitar su brazo de mi hombro y cuello. Yo le fruncí el ceño, pero esta vez con una pizca de diversión. No me molestaba, en absoluto.

-¿Te molesta?  -Preguntó, con una de sus radiantes sonrisas que lograban derretirme.
-En absoluto. –Le aclaré yo rápida, y una vez se lo dije, dejé caer mi cabeza sobre su hombro.

El viaje no pareció ser tan largo, pues nuestra próxima parada era España, el país soleado, el país de los toros. No tenía mucha afición por visitar este país, pero admito que no me era molestia pasearme por las calles de nuestra siguiente parada; Madrid. Durante nuestro trayecto en coche, caí dormida en el hombro del guitarrista.

Cuando llegamos a la capital fuimos directamente a dejar nuestras maletas en el hotel, y tan pronto como las dejamos en nuestras habitaciones, todos salimos a dar una vuelta y pararnos a tomar algo en un bar cercano al hotel. Conseguimos acoplarnos en una mesita de fuera del recinto, pues éramos más de cinco personas y costó un poco organizarlo todo, pero finalmente, lo conseguimos. Ya había comenzado a anochecer cuando logré sentarme al lado de Harry y Melanie.

-Yo un café con leche. –Pedí por último a la camarera cuando acabó de tomar nota.

Nos dedicó a todos una sonrisa, y mientras, comencé una animada conversación con Harry mientras esperaba mi taza. Obviamente, Harry era curioso, y se había percatado de los momentos que vivíamos Dan y yo.

-Pero entonces dime, -Me pidió en un susurro solo para que oyera yo. -¿te gusta o no?
-Harry, no me gusta confesar mis sentimientos. –Me hizo cara de cachorro degollado, lo que me pudo. –Está bien. –Suspiré. –Sí, me gusta Danny, y mucho.
-¿Entonces por qué no te lanzas?
-¿Estás loco? –Carcajeé suavemente. –Soy muy vergonzosa, ¡jamás me atrevería a hacerlo! Además, tengo miedo al rechazo.
-Eres más tonta de lo que suponía. –Suspiró. –Haber, señora causante de la canción FALLING IN LOVE, ¿no te dice nada eso?
-Lo sé, pero no tengo confianza en mi misma. –Me rendí, levantándome de mi silla. –Voy al baño un segundo, ahora regreso.

El batería asintió, mientras yo entraba dentro del local, el cual estaba decorado con sillas y mesas de madera, y las paredes pintadas con un color canela. Encontré fácilmente el baño, y me metí dentro de él para pensar un poco, más que nada.