viernes, 10 de febrero de 2012

capitulo 30

Cuando las chicas salimos ya del coche, recién venidas del camping, aspiramos todo el aire que podíamos. Nos desperezamos y sonreímos. De nuevo en casa.

-Echaba de menos este aire contaminado. –Mencionó Melanie con una sonrisa tonta en la cara. Nosotras tres y Doug, Harry y Tom echaron a reír.
-Melanie, no estás bien. –Dijo el batería.

La castaña carcajeó y recogió su maleta del maletero. Seguía sin dirigirle la palabra a Danny, o por lo menos no se la dirigiría hasta que el no se molestara en pedirle perdón. Habían aparcado delante de la casa de Tom, y serían alrededor de las once de la mañana. De nuevo, un extraño sol de verano posaba sobre Londres.

-¿Te lo pasaste bien durante el camping? –Susurró la voz de Doug a mí oído, mientras me rodeaba por la cintura.
-Mejor de lo que esperaba. –Dije yo sonriéndole y plantándole un beso.


Tom volvió a aparecer por la puerta, pero esta vez con una bandeja llena de zumos de melocotón. Cada uno cogió uno, y, en el momento en el que el patoso Danny Jones fue a coger el suyo, maniobró de una forma bastante extraña, haciendo que el zumo se derramara y acabara encima del pantalón de Melanie. Está se levantó de golpe, aumentado su mal humor.

-¿¡Estás idiota o qué!? –Gritó está.
-Lo siento… -Dijo el tapándose la boca con una mano. La había armado.
-¡Eres un estúpido patoso, Jones!
-¡No te he insultado, así que no me insultes! –Aumentó la voz el, encarándose hacía Melanie. Está se mordió el labio con mucha rabia.

Agarró su baso de zumo, y vengándose, se lo esparramó al guitarrista en la cabeza, haciendo que este también quedara completamente mojado. Este se quedó cabizbajo, respirando agitadamente y sin decir palabra. Melanie le miraba con cara de póker, pero su expresión cambió de un segundo al otro. Se echó a reír como una tonta, mientras los otros mirábamos asustados la reacción que haría Danny. Este también parecía haberse asustado por como se estaba comportando la castaña.

-¿Te has quedado a gusto? –Preguntó el pecoso, serio, pero con un tono gracioso en la voz.
-Sí, por fin lo he hecho. –Contestó ella carcajeando.

Tom, quien todavía estaba con la bandeja en las manos, esta boquiabierto. Rió suavemente, depositó la bandeja en la mesa, y se giró hacía aquellos dos, con cara de madre renegona.

-Ahora seréis vosotros dos quienes me vais a limpiar el suelo.


Entré al bar, mientras cerraba el húmedo paraguas y lo dejaba en el paragüero. Crucé toda la sala y me dejé caer sobre una de las pocas mesas que habian libres, situada entre dos mesas más, con sofás como asiento. No pasó mucho tiempo hasta que una camarera con una sonrisa vital dent se acercó a atenderme.

-Buenas, ¿Qué quiere beber? O tomar, claro está… -Su sonrisa tembló un poco y yo carcajeé. –Quiero decir, eso es cosa suya, es conforme lo que le apetezca tomar en este momento. Tal vez quiera beber algo caliente, debido a la lluvia, ¡o no! –Agitó su cabeza, callándose y dejando el tema. –Lo siento, es mi primera semana y aún estoy acostumbrándome.
-No pasa nada, ha sido divertido. –Le dije yo calmándola, sonriéndole también. –Me apetecería un chocolate caliente, gracias.
-Ahora mismo te lo traigo. –Y haciendo una ridícula reverencia, se alejó de mi mesa.

Me puse a inspeccionar mi móvil, mientras de fondo se oía gran cantidad de conversaciones incapaces de entenderse, risas, la lluvia y el tintineo que producían los hierros cada vez que la puerta se abría.
Me centré en leer estúpidos mensajes que me enviaba con Melanie cada noche, cuando de repente una voz más cerca y grave sonó en mí oído.

-¿Creo que Harry es familia de mi padre, sus ronquidos llegan hasta mi tienda? –Repitió el chico castaño de cresta y ojos azules intensos, delante mía. Yo cerré el móvil de golpe mientras me largaba a reír. -¿Eso lo ha escrito Melanie?
-La misma. –Dije yo guardándome el aparato en el bolsillo del pantalón mientras el batería se sentaba enfrente mía. -¿Qué haces aquí, Harold?
-Te ví a lo lejos entrar a este bar y como no tenía nada que hacer, solo que encerrarme en casa, decidí molestarte un poquito. –Me sonrió de oreja a oreja, dramatizando. -¿Con quién estás?
-Nada, he quedado con Bob, mi amante, pero esto no se lo cuentes a Dougie, ¿está bien? –El levantó una ceja, dudando. –Mira, ahí está. –Dije señalando a mi lado.

Un hombre con pintas de motorista, medio calvo y con barba poblada y canosa pasó por delante de nuestra mesa. Era raro, y vestía con chaqueta desmangada vaquera, y algo yonkie. Tenía collar y pulseras de pinchos, y algún que otro pircing en la oreja. Era un cincuentón muy guay, tenía que decirlo.

-Eres una tonta, me lo había creído. –Dijo el batería riendo a carcajadas, superando a todo el ruido de las conversaciones del bar.

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