viernes, 10 de febrero de 2012

capitulo 27

La castaña paró de correr, ya cansada de buscar al guitarrista. Le había entrado un agudo flato. Cogió el poco aire que pudo coger, y gritó:

-¡¡DANIEL ALAN DAVID JONES!!

Los pájaros que habían en las copas de los árboles salieron volando, y todo ser vivo que había allí cerca de la castaña se alejó corriendo. Una rama rota sonó en el suelo, y Melanie se puso alerta, preparada para luchar. Una cabeza con rulos castaños y grandes ojos azules apareció de la nada, mientras Melanie daba un saltito hacía atrás, debido al susto. Sonrió al ver que lo había encontrado.

-¿Me has llamado? –Dijo el acercándose a la morena.

Ella tragó saliva y se quedó mirando al pecoso. No sabía como actuar, en eso no había pensado. ¿Qué demonios debía decir ahora? Se rascó la cabellera para ganar tiempo mientras miraba al suelo, pensando alguna cosa para poder decir.

-Quería… verte. –Cerró los ojos con fuerza, arrepintiéndose de cómo había sonado. A el se le formó una sonrisa pícara.
-¿Verme? ¿Para qué? –Había comenzado a jugar con ella. Se había acercado disimuladamente a ella, cada vez menos lejos. El corazón de la castaña había comenzado a ir a cien.
-Bueno, verte no… Quiero decir, ¡sí! –Zarandeó su cabeza para dejar de tartamudear. –Quería hablar contigo de lo que pasó anoche. –Y su cara demostró madurez, una madurez impropia de Melanie.
-Ya, yo también he estado pensando en eso. –Paró de acercarse y de sonreír con picardía. –Mira Melanie, no se porque hice aquello. Supongo que me hice un lío, ya que se estaba tan cómodo y…
-¿Ahora que historia planeada me vas a soltar? –Se había alarmado. Sabía a que fin quería llegar Danny respecto a como había comenzado, y aquello había hecho que sus ojos se cristalizaran. -¿Ahora vas a querer hacer que siga viéndote, hablarte y hacer como si no hubiera pasado nada? ¿No sabes acaso que aquello para mí no fue simplemente un beso? ¡Fue algo más profundo! –El se quedó con cara de atónito, con los ojos más abiertos que nunca. No tenía ninguna palabra en la boca.
-Melanie, yo no quería que aquel beso fuera algo más para ti.
-¡Pues no haberme besado! –Sus lágrimas se acumularon demasiado al resistirse al salir, y, sin espacio a se le acumularan más, comenzaron a desbordarse por sus mejillas. –Creía que sabía como eras, ¡lo creía! Pero no, eres igual de cómo más temía que fueras… -El frunció el ceño, confundido. –¡No eres más que un estúpido mujeriego que juega con los sentimientos de las mujeres! –Y dicho eso, le plantó una gran bofetada al pecoso.

Ella, roja debido al llanto y el enfado, salió con paso ligero de allí. Lloraba desconsoladamente, y quería perder de vista al causante de aquello. Danny, viendo como la castaña se iba, puso una mano sobre su mejilla. Le había dado un buen golpe.
Se sentía culpable de cómo la había utilizado, pero lo que había intentado decirle era la verdad. No sabía porque la había besado, y se arrepentía de haberlo hecho. Pero Melanie no le gustaba y no iba a estar con ella si no sentía nada.




Reí por reír cuando Alice terminó de cortar su chiste. No lo había pillado, y la mitad no lo había oído, pero debido a que Izzy también se había reído, le seguí el juego para no quedar mal.
Un llanto bastante fuerte hizo que las tres paráramos de reír y miráramos detrás nuestra. Melanie venía corriendo, tapándose el rostro con un brazo mientras lloraba sin poder evitarlo. Algo había pasado con Danny, y creía saber que era. Me levanté al momento y eché a correr detrás suya.

-¿¡Melanie!? –Grité apartándome las ramas de la cara para que no me entrara ninguna a ningún ojo. -¡Melanie, espera!
-¡Déjame! –Me gritó mientras me tiraba algo a la cara, haciendo que yo cayera al suelo.

Refunfuñé oyendo como los pasos de la chica se iban alejando cada vez más, junto a su llanto. Me levanté de entre los arbustos, tropezándome con todo y clavándome cientos de ramitas puntiagudas. Cuando lo logré, comencé de nuevo a caminar hacía las tiendas. Me había puesto de mal humor, pero no por culpa de Melanie, si no de Danny. Aquel tipo iba a tener una seria charla conmigo.

-¿Cady? –Oí una voz cerca mía. Pegué un grito agudo, pero pronto una mano me tapó la boca. Era Doug. –No grites…
-Doug, no vuelvas a darme un susto así en la vida.
-Lo siento. –Rió en voz baja, con su perfecta hilera de dientes. -¿Qué a pasado con Melanie? –Susurró.
-Pregúntale a tu amigo Danniel Jones. –Levanté una ceja, volviendo a recordar que estaba mosqueada. –Anda, Danny, tengo que ir a matarle. –Y pasando de aquella situación tan cómoda, comencé a caminar de nuevo.
-¿Te vas ya? –Dijo el aún susurrando. ¿Por qué demonios susurraba? –Quédate un rato a hablar conmigo…
-Ahora no puedo Doug. –Y yo, como la más tonta del mundo que era, pasé de el y seguí caminando.

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