Ambas nosotras nos paramos en el mismo lugar. Nuestras vistas se centraron en el mismo cartel que resaltaba a través del cristal, y poco a poco, nos fuimos quedando boquiabiertas.
Estábamos embobadas enfrente del cristal, viendo a todas aquellas personas que disfrutaban de un buen helado. Sin pensármelo dos veces, reemprendí el paso y entré al local. Al llegar al mostrador, me di cuenta de que Melanie no me había seguido hasta dentro. Fruncí el ceño y volví a salir afuera para buscarlo. La encontré en el mismo lugar que antes, observando aún a través de la ventana.
-Deja de ver esos helados y cómete uno. –Le dije cogiéndola de la mano, pero ella se separó.
-Invítame… -Pidió a lo que yo puse cara de terror. -¡Es que se me ha olvidado la cartera en casa.
-¿Y querías invitar al chico aquel? –Suspiré. –Está bien… ¡pero la última vez que lo hago!
Ella dio un gritito de alegría, y aplaudiendo, entró brincando a la heladería. Volvimos al mostrador y pedí al momento mi tarrina de vainilla. Esperé a que mi compañera eligiera, pero parecía derretirse por todos pero aún así no convencerle ninguno. Dio media vuelta y observó los helados de los clientes.
Al rato, levantó las cejas y miró con cara suplicante la tarrina de uno de los clientes. Se dirigió, conmigo siguiéndole, hasta él y se paró enfrente de la mesa. Ambos chicos que se encontraban sentados allí sentados se sorprendieron al verla.
-¿De qué sabor son esos helados? –Preguntó señalando las tarrinas.
-De chicle. –Contestó el castaño sonriéndole. Tenía unos intensos ojos azules.
-¿Y saben a chicle?
-Si. –Contestó el rubio de al lado. –Si quieres puedes probar. –Abrió la boca y enseñó todo lo que había en ella. Aquel chico aún conservaba facetas de niño, de modo que me enternecí y no pude evitar reír por lo bajo.
-Doug, no seas asqueroso. –Le pidió su amigo riendo.
La castaña rodó los ojos. Dio media vuelta y volvió a dirigirse al mostrador. Suspiré y di media vuelta para poder volver a ver a aquellos dos chicos.
-Discúlpenla, es rara.
-No pasa nada, nosotros también los somos. –Dijo el castaño.
-Yo no soy raro, soy guay. –Dijo el rubio haciendo que sus pequeños ojos azules se achicaran.
Solté una carcajada, y sin decir nada, me dirigí de nuevo al mostrador. Una vez llegué, Mel había desaparecido. Me giré y la busqué. Ya se había sentado y se había llevado mi helado consigo. Me fui allí y me senté a su lado.
-Helado de chicle… -Dijo mientras se relamía los labios. Yo ya había comenzado ha comerme el mío.
-Para de pensar en el y CÓMETELO.
-Si. Voy a ser la única que lo estrene…
Cargó su cuchara a helado de aquel amarillo y rosa tentador. Se le quedó observando y cuando decidió llevárselo a la boca, su cucharan fue arrebatada y entrenada por el chico rubio de antes. Se quedó boquiabierta viéndolo relamerse los labios. Puso cara de enfadada y cogió de nuevo su cuchara, levantándose de la mesa y plantándose delante de ella.
-ESE HELADO ERA MÍO.
-Me hacía ilusión entrenarlo. –Dijo riendo, a lo que su amigo le siguió. Paró de reír al ver más de cerca la cara de loca de Lucy. –Lo siento… no pensé.
Aguanto su furia y volvió a sentarse de golpe. Cogió con fuerza su cuchara y empezó a engullir el helado. Yo me había quedado parada, viendo aquella escena impresionada. De nuevo, el rubio dio media vuelta en su silla y se puso enfrente nuestra.
-¿Verdad que esta bueno? –Le dijo a Mel, a lo que ella no pudo evitar asentir y sonreír. –Soy Doug, encantado.
-Yo Cady. –Dije al ver que Mel no podía hablar ya que tenía la boca llena del helado. –Y ella Melanie.
-Y yo, ya que nadie pregunta, soy Harry. –Dijo el amigo del tal Doug.
-Encantada. –Dijo la castaña tragando. -¿Me dejan comerme un helado tranquila?
-Claro. –Dijo Harry girándose enfrente mía. –Pues entonces hablaremos contigo. Pareces más sociable.
-Lo soy. –Dije a regañadientes para que Lucy no me oyera. –Ella tiene muy mal genio, hay que decirlo.
-¿Me das una cucharadita? –Preguntó Doug a Melanie. Ella suspiró y le ofreció su cuchara.
-Que sepas, que me debes media tarrina de chicle. –Dijo Mel señalando al rubio, una vez salimos del local.
-Te la devolveré cuando te vuelva a ver, si es que lo hago. –Dijo poniéndose enfrente de ella y al lado de Harry.
-Creo que deberíamos irnos ya, Doug.
-Tenemos tareas que hacer. –Se giró de nuevo a nosotras. –Un placer conoceros. –Dijo pareciendo cortés.
-Le debes una tarrina, recuerda. –Le dije viendo como Melanie se despedía y daba media vuelta. –Bueno señores Dougie y Harry, me alegro de haberos conocido. –Y alzando una mano, me despedí y alejé de allí siguiendo los pasos de mi amiga.
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