Suspiré más que aburrida. Tenía la cabeza apoyada sobre la mesa que había en la cocina y tenía los auriculares colocados en las orejas, mientras en mi Ipod sonaba Surrender de Billy Talent. Había intentado conciliar el sueño aquella calurosa tarde, pero debido al dolor de cabeza que tenía por causa del aburrimiento insoportable, me era algo imposible. Parpadeé con fuerza y lentamente, dando un largo y perezoso bostezo.
-¡Cuánto aburrimiento! –Grité para que toda la casa me oyera y alguien, quien fuera, me prestara atención.
-¡Cállate! –Gritó mi hermano de mal humor desde el salón, aumentando el volumen del televisor.
Rodé los ojos. Hice un gran esfuerzo y alcé la mirada hacía el reloj que se encontraba delante mía, sobre la pared. Gimoteé al ver todavía la hora que era.
-¡Las 15.00h de la tarde todavía! –Chillé horrorizada desde mi mente.
Suspiré una vez más, me quité los auriculares y caminé hasta el salón, donde se encontraba mi hermano Jack, cuatro años mayor que yo, tirado en el sofá.
-¿Dónde vas? –Me dijo alzando la voz. El volumen le había dejado sordo.
-Voy a dar una vuelta… necesito que de el aire.
-Soy tu hermano, necesito saber donde vas.
-Supongo que me acercaré a casa de Mel. Es un buen lugar donde no pasar una aburrida y tranquila tarde.
El dio un cabezazo asintiendo y aceptando el plan. Me despedí de el y salí. Hacía un extraño sol de verano, impropio en Londres.
Comencé a caminar con paso lento y vago hacía donde vivía ella. No estaba muy lejos. Rodando los cinco minutos; diez como máximo si aquel día era uno como aquellos, de los que no tenía ni ganas de hablar.
…
Cuando volví a la realidad, después de haberme metido en mis pensamientos, volví a levantar la vista. Pude diferenciar el jardín de Melanie. Desde hacía algunos meses, se le habían metido montones de manía. Una de ellas era haber llenado su jardín a toda clase de Gnomos, cada uno diferente al otro. También pude observar su silueta a lo lejos, dando patadas al suelo y al parecer, gritándole a alguien.
Crucé la calle con más ánimo hacía su casa. Al lado de la acera, había un bonito mini azul mal aparcado. Fruncí el ceño y, pasando por el paso de peatones, pasé por el lado del coche y entré a su jardín. La pude encontrar con cara de enfadada, gritándole a un chico que se encontraba a espaldas mía. Estaba cabizbajo, de modo que solo pude diferenciar un pelo rubio.
-¡Buenas! –Grité para hacer callar a Melanie, quien no se había percatado de mi presencia. -¿Qué pasó?
-¡Cady! –Dijo ella sorprendida al verme y poniendo cara de esperanza. -¡Mira a mi gnomo!
-Vaya, está… -Intenté decir, mirando al matojo de piezas rotas de porcelana que había sobre el césped. -…bonito.
-¡No, bonito no! –Se molestó ella alzando el dedo índice y señalando al pobre chico. –Este tío le ha arroyado.
-Lo habrá hecho sin querer, Mel. –Intenté calmarla mientras me encontraba con unos ojos café de parte del rubio. –Además, supongo que a quien tú llamas ‘Este’, tendrá un nombre.
-Soy Thomas. –Dijo observándome con mirada de cordero degollado.
-Te llamaré Tom. –Le dije sonriéndole y girándome hacía Melanie. –Deja al pobre Tom en paz, lo hizo sin querer.
-¡Ya, pero el gnomo sigue destrozado! –Dijo volviendo ha señalar a sus restos.
-Mel, la manía de llenar tu jardín a gnomos era algo MUY freak.
Intentó decir algo, pero se quedó callada. Frunció el ceño, fastidiada por aquello. Dio media vuelta y comenzó a coger todos los gnomos que podía aguantar y empezar a guardarlos en el garaje.
-¿Qué haces? –Pregunté riéndome.
-Es cierto, es algo muy freak. Se acabaron los gnomos.
-Déjame ayudarte. –Dijo el tal Tom, cogiendo más gnomos.
Suspiré. Decidí ayudar también, de modo que me uní a aquellos dos. Una vez acabamos, Melanie echó los trozos del difunto gnomo atropellado a la basura. Dio media vuelta y observó su jardín mientras suspiraba. Yo y el rubio estábamos a su lado.
-Ha quedado tan vacío después de quitar los gnomos…
-Te equivocas; ahora es un jardín normal.
-Voy a tener remordimientos toda la semana… -Dijo mientras se giraba hacía mí. –Vámonos a algún sitio.
-¿Dónde? –Pregunté horrorizada.
-No sé… una vuelta es una vuelta. –Quitó la vista de mí y la fijó en el rubio.
-Creo… que me voy. –Dijo el algo avergonzado y sonriendo. Tenía un bonito hoyuelo.
-Hey, no. –Dijo Mel parándolo. –Vente con nosotras. Yo invito, así te agradeceré haberme ayudado con los gnomos.
-No gracias, no quiero molestar. –Dijo sonriendo y volviendo ha hacer aparecer aquel hoyuelo. –Además, tengo que ir a un sitio.
-Está bien. –Suspiré mientras le plantaba mi mano derecha. –Soy Cady, encantada. Y esta loca de los gnomos es Melanie.
-Encantado. –Dijo él estrechando mi mano. –Creo que me voy… llego tarde.
-De acuerdo Thomas. –Dijo la castaña encogiéndose de hombros. –Entonces ya nos veremos. ¡Au revoir!
Dio media vuelta y hecho ha andar. Miré a Tom, quien parecía sorprendido por Melanie. Obvio.
-Ella es así de rara. –Le dije echando hacía atrás. –Bueno Tom, ¡nos vemos!
No hay comentarios:
Publicar un comentario