Había llegado el sábado, el día en que Danny, Tom, Harry y Doug tenían su concierto. Habíamos quedado a primera hora de la tarde en casa de Alice, donde en apenas varios minutos los chicos vendrían a por nosotras para llevarnos al local.
-¿Creen que esto es real? –Preguntó Melanie dudosa, arreglándose el pelo enfrente del espejo.
-No, claro que no, es simplemente un sueño. –Se burló Alice riendo en compañía mía.
-No boba, me refiero a que si creen que de verdad existe este concierto, y no es nada más que una broma de los chicos.
-Pues claro que hay concierto Mel. –La otra castaña carcajeó. –Si te molestaras en buscar en Internet la palabra Mcfly, verás como aparecen ellos.
-Es cierto… -Dijo ella poniendo cara de tonta y mirándonos. –No se me había ocurrido.
Las tres reímos. Minutos después sonó el timbre, y cogiendo las tres entradas, abrimos la puerta para encontrarnos a un sonriente Tom, y detrás suya, a Danny, Dougie y Harry en el coche.
…
-¿Desde donde veremos el concierto? –Pregunté una vez los chicos se pararon ya dentro del local.
Habían pasado alrededor de una hora o más. Se oía a través de las paredes a todas aquellas fans que esperaban ansiosas su concierto. La pista ahora estaba vacía, pero no tardaría en llenarse de miles y miles de chicas que deseaban poder ver a sus ídolos tocar en directos. No tenía ni idea de la suerte que llegaba a tener yo.
-Desde aquí. –Me contestó Tom. Teníamos el escenario enfrente nuestra, y estábamos apartados a un lado. Pude diferenciar una bonita batería verde y plateada.
-¿Quién toca la batería? –Pregunté.
-Yo. –Me contestó Harry orgulloso. –Danny y Tom son guitarra y voz, y Dougie es el bajista.
-¿Tocarás este bajo? –Pregunté fascinada viendo como el rubio se acercaba a mí con un precioso bajo azul que hacía luces al tocar.
-Este mismo. –Me sonrió. –Parece que jamás hayas visto un bajo.
-No uno de tan cerca. –Me dije más para mi misma.
-¿Cuándo comienza el concierto? –Preguntó Melanie sentándose en una silla. –Comienzo a cansarme.
Todos, y cuando digo todos son todos, suspiramos. La pesada e insoportable de Melanie había despertado y ahora era demasiado tarde para hacerla callar. Comenzó su discurso, y, ya preparándome para oírla, me senté en el suelo. Tom, Danny y Harry se fueron al escenario a practicar un poco, mientras que Alice les seguía para verles. Doug dejó su bajo apoyado y se sentó a mi lado, observando a Melanie quien se había puesto a criticar a la cruda realidad.
-¿En que estado está? –Dijo algo asustado al ver que lo único que movía Melanie era la boca.
-Está en el estado en que ahora mismo no oye nada, y solo está en su mundo, así que no te molestes en hacerla callar porqué no lo conseguirás.
El rubio rió. Nos mantuvimos unos segundos callados, pero no era un silenció incómodo, simplemente cada uno estaba con su tema pensativo. Además, silencio no llegaba a ser, porque al fin y al cabo lo que se oía era a Melanie hablar, y Harry y Tom tocar, mientras Danny se dedicaba a cantar estúpidas canciones junto a Alice.
-¿A que hora comenzará el concierto? –Pregunté con duda, sin ganas de romper el silencio.
-Supongo que a la hora de cenar. –Más silencio. –Luego del concierto… ¿tienes algo que hacer?
-No creo, salvo que cenar.
-¿Te apetecería que te invitara a un McDo…?
-No te preocupes Doug. –Sonó una voz chillona delante nuestra. Una Frankie furiosa nos veía. –Ya cenaremos tu y yo juntos, además, tenemos que hablar.
Me mordí el labio inferior. Se había armado la de Dios. El bajista se levantó y caminó hacía su novia, quien se cruzó de brazos y le miró con mucha, mucha ira.
-No tienes motivos para ponerte así, Frankie. –Le dijo el intentándola abrazar.
-No, claro que no, yo nunca tengo motivos para ponerme de ninguna forma. –Dijo ella girándose y caminando rápida hacía la puerta. –Doug, te la estás cargando. –Y desapareció por ella.
El rubio suspiró y corrió detrás de ella. Menuda forma de complicarse la vida, ni que fuera nada del otro mundo. Simplemente estaba hablando con Doug, y el supuestamente me había invitado a cenar como amigos, pero claro, las mujeres somos así. Debía de admitir que yo también me hubiera puesto igual.
Miré a Melanie. Había dejado de hablar.
-Menudos humos tiene la chihuahua. –Reí con muchas ganas por el mote. -¿Qué? Es verdad, se parece. –Ella también rió.
-Sí, parece tener muy mal genio.
-Y parece que nos tenga manía.
-La tiene, te lo aseguro Mel. –Le dije mientras le guiñaba un ojo y me levantaba.
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