viernes, 10 de febrero de 2012

capitulo 54

-¿Encontraremos el hotel? –Preguntó Melanie, mientras tenía un escalofrío. Una vez aterrizamos, la temperatura estaba muy baja.
-Sí, tranquilas. –Daisy estiró la mano para llamar a un taxi. –Le pregunté a Harry la dirección del hotel y del lugar del baile.
-Pero Dai, -Le busqué la razón yo. -¿Cómo vas a decirle al taxista que te lleve al hotel, si probablemente hablará alemán?
-Le enseño el papel donde lo tengo apuntado. –Suspiró, y justamente un taxi se paraba enfrente nuestra. –Dejad de ser negativas, ya estamos en Alemania.


-No me puedo creer que esté llevando vestido. –Dije con mala cara, acomodándome el corto vestido blanco que me había prestado Alice. Era realmente precioso, demasiado para mi. –Y menos con una temperatura así de baja. ¡Voy a convertirse en estatua de hielo!
-¡Deja de quejarte, Cady! –Me gritó Alice, como una madre. –No para de quejarte desde que salimos del hotel. ¡Menos mal que el baile no está muy lejos de allí!
-Era más fácil ir como voy yo. –Dijo bien orgullosa Melanie, quien se había puesto unos jeans desgastados junto a una sudadera. –Más calentita de lo que voy yo no se puede.
-Vas ridícula para un baile, Mel. –Le confesó Daisy, quien llevaba un vestido negro, también muy bonito. -¿A quien se le ocurre ir a si a un baile tan… formal? ¿Qué pasa si ahora no te dejan entrar?
-Pues vendrá Dougie y de seguro que me dejan. –Dijo con una radiante sonrisa de pícara. –No tengo nada contra los vestidos, pero hace demasiado frío hoy para llevarlos.
-Tendría que haber hecho como ella… -Opiné con un susurro, que solamente llegó a oírlo Mel. Me sonrió.

No tardamos mucho en llegar al edificio del baile. Destacaba por las brillantes luces que había en el techo, y la cantidad de gente que intentaba entrar. Melanie hizo una mueca de terror, y todas nos reímos. La habíamos avisado. En comparación con las mujeres que habían allí, nosotras íbamos demasiado simples.

Logramos llegar a las puertas, las cuales estaban cerradas y protegidas por guardias que miraban los pases de las personas para dejarlas o no pasar. Conseguimos llegar uno de los hombres corpulentos, quien nos miraba con una ceja levantaba, y a Melanie como si no tuviera nada que ver allí. Parecía un señor un poco refunfuñón.

-Hola, somos las novias de los chicos de Mcfly. –Chilló Alice, como si el señor no les oyera. -¿Habla mi idioma?
-Sí, lo hablo. –Dijo con voz tranquila. -¿Tienen los pases?
-No… -Alice nos miró, asustadas. –Pero somos sus novias. Yo soy Alice Armstrong, la pareja de Tom Fletcher.
-Lo siento. Sin pase, no pueden pasar. –Dijo apartando la vista de nosotras.
-Escucha, -Le habló esta vez Mel. –soy la novia de Dougie Poynter, quien está ahí dentro. Si no nos cree, vale, pero que le llamen y verá como no mentimos.
-No vamos a llamar a vuestros ídolos. –Dijo con asco, mirándola discriminadamente.

Alice se quejó, pero no tardó en sacar su móvil del bolsillo. Marcó un número, y se colocó el aparato en la oreja. Dio varias señales, hasta que alguien descolgó. Era la voz de Tom.

-¿Alice? ¿Qué haces llamándome? –La música que salía del móvil y la que teníamos delante era la misma. -¡Te va a salir un pastón esta llamada!
-Tom, tienes que ir a la entrada principal del baile y decirle al guardia calvo, -Este puso cara de enfado. –que nos deje pasar.
-¿Cómo? Pero, ¿no estáis en Londres? –Parecía bastante confundido.
-Emmm, verás, cogimos un vuelo a Alemania las cuatro para seguiros. –Parecía avergonzada. –Hemos dejado las maletas en vuestro hotel sin problemas, pero ahora no nos dejan pasar. ¡Queríamos que fuera una sorpresa!
-No pasa nada, ahora voy. –Dijo con su amable voz, y nosotras sonreímos.
-¡No les digas nada a los otros, por favor!
-Descuida. –Y dicho esto, la línea se cortó.

Nos quedamos mirando al guardia con impaciencia, quien procuraba no observarnos. No tardó mucho en que la puerta se abriera, y un arreglado y precioso Tom, con su pelo rubio y perfectamente liso apareció. Tenía un smoking negro, perfectamente liso y arreglado. Cuando apareció, nos divisó pronto, y puso cara de incrédulo. Alice se tiró a su cuello y le besó tiernamente. Este le sonrió.

-Tranquilo, van conmigo. –Le dijo al guardia y este asintió, dejándonos pasar.

Melanie le echó la lengua, haciendo que este le mirara con odio. Entró la última, y cuando Tom la observó de arriba abajo, pareció asustarse. Sus pintas eran completamente inadecuadas para el baile.

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