viernes, 10 de febrero de 2012

capitulo 31

-Eres una tonta, me lo había creído. –Dijo el batería riendo a carcajadas, superando a todo el ruido de las conversaciones del bar.
-¿Enserio me ves capaz de poner los cuernos?
-No, pero quien sabe lo que se puede esperar uno de ti… -Dijo el, dejándolo en suspense.

Acurrucó sus ojos, mientras yo imitaba su faceta, exceptuando que a mi me temblaba el labio inferior, evitando estallar a carcajadas. Mi resistencia no duró mucho, y acabé reventando a limpias risas junto al chico de la cresta. Era mucho más gracioso de lo que ya le consideraba.

-Aquí tienes tu batido de chocolate. –Dijo de repente la dulce voz a mi lado, haciendo que los dos nos calláramos. La camarera observó a Harry, confusa. –Vaya, acaba de venir un amigo tuyo... ¿Se va a quedar? Quiero decir… -Volvió a zarandear su cabeza, y Harry rió. –Si quieres que te sirva algo.
-Un café solo, por favor.
-Ahora mismo se lo traigo. –Dijo la castaña, quien tenía tres colores en el pelo. Estuvo apunto de imitar la reverencia de antes, pero se lo pensó dos veces. –Mejor me voy y dejo de hacer la ridícula. –Susurró ella, convirtiéndose en un tomate blando y rojo.
-Oye, espera. –Dije yo, cogiéndola por la bata para que no saliera corriendo. Ella se giró para verme. –No te preocupes, es normal. –Me sonrió dándome las gracias. -¿Cómo te llamas?
-Daisy. –Dijo con una voz temblorosa. –Lo siento, no se me da muy bien conocer gente, me pongo muy nerviosa al principio.
-No pasa nada. –Le tranquilizó Harry, sonriéndola. –Yo soy Harry y ella Cady, encantados. –Apoyó sus codos sobre la mesa, y aún mirándola, le dijo. -¿A que hora termina tu turno? –Yo levanté una ceja.
-En media hora. –Dijo ella, un poco más tranquila.
-¿Te apetece que en media hora nos conozcamos los tres un poco más?
-Está bien… -Aceptó ella, más confiada y alegre. -¡Gracias! –Se dio un golpecito en la frente. -¡Ai Dios, los pedidos!

La castaña hizo un movimiento de talones, y echó de nuevo a correr hacía la barra. Me giré para ver a Harry, quien hizo lo mismo que yo. Estaba feliz.

-¿A que viene esa amabilidad, Harold Judd?
-La chica parecía amable, además, se la veía muy nerviosa. –Levanté ambas cejas, mirándole con picardía. -¿Qué? Es solo una desconocida que en media hora ha quedado con nosotros aquí.

….

Tras esa media hora después, dos camareros sustituyeron a las otras dos chicas que acababan su turno. Diferenciamos a Daisy, quien llevaba unos pantalones pitillo largos y una camisa de tirantes roja. La verdad es que la chica tenía su elegancia de vestir. Se reunió con nosotros, tal como había quedado. Le dejé sitio a mí lado.

-Aún no me he acostumbrado a este trabajo. –Dijo nerviosa, sonriéndonos.
-Ya lo harás, tranquila. –Dije yo, y no pude evitar soltarlo. –Me he fijado en tu peinado. ¡Mola un huevo! Tres colores en el pelo…
-¿Enserio? –Dijo ella, sonriendo. –Vaya, gracias. No estaba muy convencida de hacérmelo, es algo raro.
-Yo conocía a una chica que tenía cinco colores en su pelo. –Dijo Harry, sonriente, y me miró de reojo. Yo arrugué el ceño, sin comprender, hasta que lo capté.
-Vaya… ¿cinco? Que atrevimiento. –Sonrió, y se formó un silencioso no muy cómodo. Mientras, yo me acabé mi segundo vaso de chocolate. -¿Son pareja?

Sin poder evitarlo, escupí el lácteo y me eché a reír, sin saber muy bien porque. Harry solamente carcajeó, mientras que Daisy ponía cara de asustada, seguramente con miedo de haberla cagado.

-No, no, que va, solo somos amigos. –Dije yo limpiándome la mano con la manga.
-Eso Cady, se así de limpia, no se para que están las servilletas. –Me dijo el batería prestándome una que había en el montoncito de una esquina.
-Perdón por haber preguntado. –Dijo Daisy riendo. Parecía haber cogido más confianza en nosotros.

Harry hizo un sonido raro, que se suponía que quitaba importancia a lo que había dicho Daisy. Miré detrás de Harry, y vi como dos chicas de quince o catorce años se acercaban con una libreta en la mano hasta nuestra mesa. Se pararon enfrente de Harry, y rieron con nerviosismo.

-¡Harry! –Gritó una de ellas. -¡No me lo puedo creer, es Harry Judd! –Le dijo a su amiga, y le dio su libreta al batería. -¿Me la puedes firmar, por favor?
-¡Y a mí, si puede ser! –Dijo la otra, con una sonrisa única en la boca. Después de que Harry firmara encantado, esta se giró a mí. -¿Cady? –Susurró. Yo puse cara de horror al ver que se sabía mi nombre. -¿Tú eres la nueva novia de Dougie Poynter, no?
-¿Eso como se sabe? –Dije yo asustada.
-¡Todas las Mcflyers y Galaxy Defenders lo sabemos! –Dijo ella en tono orgulloso. Me hablaba de mala forma, mientras que su amiga me miraba sorprendida. –Cuidado con Doug, es mío. –Y dicho esto se despidió con otra sonrisa de Harry y se alejó de allí. Su amiga se me quedó mirando.
-Tranquila, Lucy es así. –Me sonrió. –Su Mcguy preferido es Dougie, de modo que es normal que te odie.
-¿Y tú también me odias? –Dije sorprendida por aquello.
-Que va, yo amo a Tom. –Sonrió orgullosa. –Yo apoyo lo tuyo con Doug. –Me volvió a sonreír a mí y a Harry, y abandonó la mesa para reunirse con su amiga a la otra punta.
-¿Quiénes eran esas? –Preguntó confundida y con cara de loca Daisy, mirando a Harry.
-Mcflyers, fans de Mcfly. –Dije yo.
-¿Y que hacía pidiéndole autógrafos a Harry?
-Harry es el batería de Mcfly, trabaja en el grupo. –Contesté yo. Ella parecía más sorprendida aún.
-Entonces… ¿he estado hablando con un famoso? –Volvió a temblarle la voz. –Dios que suerte he tenido.

Harry rompió a reír. Las dos le seguimos la risa, sin evitarlo. Daisy parecía no creerse aquello, y su cara era todo un poema.

-¿Y quién es Dougie Poynter?
-El bajista de la banda. –Contestó esta vez Harry. –Está saliendo con Cady, por eso la chica se ha puesto así con ella.
-Creía que me iba a comer. –Dije yo, abriendo los ojos exageradamente.
-Acostúmbrate, todas las Mcflyers del Team Poynter son así o peor. –Rió. –Una vez intentaron estirarle del pelo a Frankie.

Me quedé boquiabierta, temiéndome lo peor. Yo no había hecho nada y ya venía a matarme gente que ni conocía. Me imaginé lo peor, alguna fan histérica y loca, que amase a Dougie, podía incluso planear mi muerte. ¿Morir yo? ¡Soy demasiado joven! No puedo morir, además, Doug era solo el bajista del grupo. ¿Cómo podían desvivirse tanto por el?

No hay comentarios:

Publicar un comentario