Noté como me cogía con fuerza de los brazos y me daba media vuelva, encarándome hacía él. Me quedé observando su pecho, manteniendo mi faceta seria. Me soltó suavemente, y con un roce en mi barbilla, me levantó la cara hasta que nos quedamos observándonos a los ojos.
-Créeme, por favor Cady. Has oído mal. –Dijo implorando.
-Estoy harta de tus cambios de humor. Prométeme que esta vez no te enfadaras conmigo cuando nos perdonemos, ni que me harás motivos para odiarte. –Mis ojos comenzaron a llenarse de lágrimas. –Si nos, no merece la pena ser amigos.
-Te lo prometo. –Dijo él, dándome un fuerte abrazo sin siquiera avisarme. –Antes quería decir, en pocas palabras, que necesito que acudas esta noche al concierto que damos en Paris.
-¿Esta noche? –Recordé cierta cosa. -¿Justamente hoy?
-Sí… -Pareció preocupado. -¿Qué pasa?
-Tengo una… cita. –Dijo con voz triste, y Danny se llenó de melancolía.
-¿Con quién?
-Con Pablo. Me a invitado y hoy, y ceno con él…
-Por favor Cady, por lo que más quieras. No puedo cambiar la actuación de este concierto. Necesito que vengas. –Me dijo esta vez casi en un susurro, cogiéndome de las manos. –Deja tu cita para otro día…
-Ya veremos lo que hago… -Le dije incapaz de decidir. –Quedaría fatal que cancelara la cita para otro día por un concierto. –Arrugué el ceño. -¿Por qué quieres que vaya?
-Ya lo verás… -Me sonrió, sin soltar mis manos. –Dime que por lo menos lo intentarás.
-Está bien. –Susurré sonriendo.
El guitarrista puso cara de gran felicidad. Se quedó varios segundos mirándome, observando cada detalle de mi cara, mientras se me formaba un incómodo e insoportable silencio para mi. Intentaba mirarle, pero apartaba rápida la vista de él cuando comenzaba a caer tentada en su belleza. Pude notar como se iba acercando poco a poco a mi, y mi cabeza empezó a dejar de funcionar. Recordé las palabras de Tom, el dolor que me provocó el último y primer beso que me dio y el gran placer al tocar sus labios, que pronto dichos pensamientos tuvieron una batalla dentro de mi cerebro. Aparté justo a tiempo antes de que rozara sus labios contra los mios, e hice distancia. Di un paso hacía atrás y me libré de sus manos, mientras esta vez era yo la que le observaba. Se había quedado justamente en el sitio, arrugando el ceño.
Levantó por fin la vista y me siguió mirando confuso. Yo le dediqué una tímida sonrisa, y él me sonrió pícaro. Me guiñó un ojo, y mientras daba media vuelta, se despidió.
-Nos vemos esta noche. Confío en ti.
…
Bajé al gran vestíbulo del hotel francés, adornado con un color canela en las paredes y los caros y relucientes muebles que decoraban el entorno. Miré la hora. Había bajado 5 minutos pronto, y llevaba una suave chaqueta negra. Llevaba unos pantalones pitillos color gris, y una suave y fina camisa que conjugaba perfectamente con mi abrigo. Había decidido saltarme el concierto y acudir a mi cita, ya que no quería volver a caer rendida en los brazos de Danny. Suspiré impaciente y aún indecisa, y saqué mi móvil para avisar de mi ausencia.
-Me temo que esta noche no podré ir. Ya nos vemos mañana. –Acabé de escribir, y en el destinatario, busqué el número de Pablo.
Cerré mi móvil y me lo guardé de nuevo en el bolsillo del pantalón. Cambio de última hora. Salí a la calle, y levanté la mano con un pulgar intentando encontrar un taxi. No tardó mucho en recibirme, y entré rápida al coche.
-Necesito su ayuda. –Le pedí al conductor. Era un joven chico de raza negra. -¿A oído hablar de un concierto que hacen hoy aquí, en Paris, de Mcfly? –Se quedó dubitativo. -¿Entiende mi idioma?
-Sí, soy de Estados Unidos. –Me sonrió. -¿Mcfly? Claro. Ya he llevado a varios pasajeros allí, ¿la llevo a usted también?
-Lo más rápido posible. –Le pedí, apoyando mi espalda en el respaldo.
Miré mi reloj de pulsera, y el pánico se me apoderó al completo. En 5 minutos empezaba el concierto, y aún tenía que llegar y anunciar mi llegada. Dios, ayúdame.
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