Danny sonrió, mientras me miraba fijamente, atravesándome con sus claros y azules ojos que tanto amaba. Sabía que le iba a ver pronto, tenía la firme esperanza, pero él no tenía ni idea de aquello, así que debería parecer melancólica.
-No quiero que te vayas durante 3 meses. –Susurré, fingiendo estar triste.
-Estaremos en contacto. -Pareció creérselo. Me tiró el pelo hacía atrás, mientras que colocaba sus manos en mis brazos. Mi respiración se cortó durante varios segundos. –Te echaré de menos.
Sonreí, e intenté parecer que estaba triste. Danny me devolvió la sonrisa. Con una mano me acarició la mejilla, mientras que la otra bajó hasta que llegó hasta mi cintura, cogiéndomela con delicadeza. Me volvió a faltar respiración cuando noté que estaba más cerca de él que antes, y casi notaba su aire sobre mi rostro. Observé cada detalle de su cara, como si nunca antes hubiera visto persona semejante más bella que él, y así era.
-Déjame… probar una cosa. –Susurró, mientras acercaba su rostro al mío.
Mi respiración empezó a agitarse, pero hice todo lo que pude para controlarme. Aquello debía de ser una broma pesada de Dan, como solía hacerlas, aunque ninguna otra era parecida a lo que estaba haciendo ahora. Se mantuvo finalmente a escaso milímetros de mis labios, mientras me sujetaba por el cabello y miraba tiernamente mis labios. Yo imité su acción, sin poder ser capaz de aguantar mucho más tiempo aquella distancia que teníamos, pero finalmente, él hizo los honores.
Separó aquella distancia que había quedado entre nosotros y por fin me besó. Noté como sus fríos labios se posaron sobre los míos, haciendo presión. No dude en cerrar los ojos y sentir a la perfección cada sentimiento que me provocaba aquel roce, sentimientos que jamás antes había experimentado. Le cogí del cuello, debido a la altura que nos quitábamos. Aumentó la intensidad del beso, los cinco segundos que duró, hasta que finalmente nos quedamos solamente en un roce de labios. Si mi estómago no explotaba en aquel momento, poco tardaría en hacerlo.
-Te veré mañana. –Me susurró aún en mis labios, hasta que se separó y se alejó lentamente, mirando hacía atrás conforme avanzaba. Me sonrió con dulzura. –Te espero en el aeropuerto.
-Allí estaré. –Susurré aún aturdida, sin que me oyera, viendo como su preciosa y perfecta figura subía al coche y se alejaba entre la oscuridad.
Cambié mi cara de embobada por una radiante felicidad. Recordé cada momento que había vivido con Danny, buenos y malos, y sobre todo de lo que acababa de pasar.
Flashback Cady:
Suspiré y me giré yo también. Mi cuerpo se puso rígido cuando estuve apunto de chocarme con uno de los jugadores. Se encontraba muy cerca de mí, sonriendo pícaramente. Me fijé en los ojos, los cuales ya había visto antes. Danny, el chico del bar, se encontraba bastante cerca mía. Bajé la vista y observé lo que tenía en las manos. Abrí los ojos y le volví a mirar asustada. El asintió y comenzó a agitar rápidamente la botella de champán que sostenía. Antes de que me pudiera mover, quitó el corcho y, haciéndolo queriendo, puso la botella delante mía haciendo que la espuma que saliera disparada me diera de pleno.
Y quien se hubiera imaginado que aquel chico, obsesionado con el futbol, llegaría a amarle tanto. Desde aquello todo había cambiado, y sobre todo Melanie. Había que admitir que había madurado bastante, ya que antes iba detrás de cualquier de los chicos que tenía al alcance, y era mirarla ahora y verla enamorada. No podía enfadarme con ella por eso, no, me era imposible.
…
-¿Has preparado ya tu maleta, Cady? –Me preguntó Alice con velocidad, entrando a mi casa. Había llegado la hora de ir al aeropuerto. -¿Y que tal con tu hermano?
-Sí, la tengo en la entrada. –Suspiré. –Le ha mosqueado un poco, pero en el fondo lo entiende. No hay problema.
-Perfecto. –Cogió la maleta y la arrastro hasta tu Ford Focus Coupe, donde ya esperaban Melanie y Daisy, sentadas detrás del todo. –Hay que llegar al aeropuerto antes que ellos para embarcar nuestras maletas. Nuestro avión sale 2 horas después. –Entró al coche y esperó a que yo me sentara a su lado, en el asiento del copiloto. –Despídete de tu casa, Cady. En 3 meses no la verás.
-¡Adiós! –Dije con un tono de alegría, y en ese momento Alice encendió el motor.
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