viernes, 10 de febrero de 2012

capitulo 67

Me despedí de él con una sonrisa, mientras le observaba alejarse. Luego, me volví a girar hacía Danny, y le dediqué una mirada molesta. Este solo rió.

-¿Por qué me miras así? –Puso sin dificultad su maleta en el maletero. -¿Querías esa cita en Montpellier?
-¿Te molestaba que tuviera una cita con Pablo en Montpellier? –Le pregunté sonriendo sarcásticamente, y entonces él se volvió serio durante unos segundos.
-Yo te podría conseguir una cita más romántica y mejor en Montpellier que él. –Me guiñó un ojo. –Aunque la cita no tardaría en salir en la prensa.
-¿Qué? –Danny me miraba sonriendo tiernamente. –No me importa ni la prensa, ni el romanticismo, ni nada de eso. Lo importante de una cita es tenerla con la persona que quieres. –Le levanté una ceja. –Además, no siempre te vigilan a todas horas.
-¿A no? –Rió, mientras se acercaba un poco hacía mí. –Dime, ¿Crees que ahora nos está mirando algún paparazzi?

Observé mi entorno, tranquilo y pausado, mientras lo único que se oía era el cantar de los pájaros. Me volví hacía él, con una sonrisa orgullosa dibujada en mí.

-No hay ninguno ahora. –Le sonreí. -¿Ves como tengo razón?
-¿Estás segura? –Me sonrió pícaramente. –Observa.

Fruncí el ceño, para ver que demostración me hacía, pero lo único que me dio tiempo a ver fue como me cogía suavemente de la cadera y se acercaba rápido a mi, mientras me daba un tierno beso.
Me quedé paralizada, notando sus suaves y cálidos labios sobre los míos, volviendo a caer en una telaraña de un profundo pozo, alejándome de la realidad. No supe que hacer con mis brazos, ni como actuar, pues sabía que aquello era solo una demostración, pero lo que parecieron unos 3 segundos, para mi fue media hora. Tan pronto como disfrutaba de aquella acción suya, noté un flashazo en mis ojos, haciendo que me provocara una reacción molesta, pero no quise separarme de él.
Se separó lentamente de mí, sin acortar todas las distancias. Solamente nos separaban unos 3 centímetros, pero no pude evitar girar mi cabeza hacía donde había recibido el destello. Vi como se alejaba un individuo agachado, intentando no ser visto, pero era inevitable. Me mordí el labio, con rabia de haber perdido, pero también de la foto que nos habían sacado. Miré de nuevo a Danny, quien aún no había apartado sus manos de mi cintura.

-¿Por qué has hecho eso? ¡Esa foto va ha salir en todas las revistas francesas! –Le reproché.
-Y no francesas. –Aportó él, cerrando la puerta del maletero. –Vamos, no intentes fingir, te ha gustado. –Me guiñó un ojo, mientras entraba al coche.
-¿Qué? –Le seguí, y me senté a una banda, mientras él se acoplaba al centro, al lado de Daisy. Cerré la puerta tras de mi. -¡No me ha gustado! –Le susurré forzadamente, sin pensar exactamente lo que decía.
-¿Sí? Pues incluso cuando has notado el flash de la foto no te has molestado en separarte. –Noté como Tom arrancaba el motor. –Está bien, lo siento por el beso. Pero si te soy sincero, echaba en falta la calidez del beso de ayer.

Giré mi cabeza y miré por la ventanilla, mientras observaba como nos alejábamos poco a poco de la gran ciudad. De nuevo, estaba convencida de que mis colores habían saltado, así que preferí que Danny no lo notara. A los pocos minutos de estar mirando por el cristal, noté que por arriba de mi hombro aparecía una mano, que incluso en ella habían señales de sus pecas. Volví a girarme para mirarle, y Danny me miraba sonriente, sin quitar su brazo de mi hombro y cuello. Yo le fruncí el ceño, pero esta vez con una pizca de diversión. No me molestaba, en absoluto.

-¿Te molesta?  -Preguntó, con una de sus radiantes sonrisas que lograban derretirme.
-En absoluto. –Le aclaré yo rápida, y una vez se lo dije, dejé caer mi cabeza sobre su hombro.

El viaje no pareció ser tan largo, pues nuestra próxima parada era España, el país soleado, el país de los toros. No tenía mucha afición por visitar este país, pero admito que no me era molestia pasearme por las calles de nuestra siguiente parada; Madrid. Durante nuestro trayecto en coche, caí dormida en el hombro del guitarrista.

Cuando llegamos a la capital fuimos directamente a dejar nuestras maletas en el hotel, y tan pronto como las dejamos en nuestras habitaciones, todos salimos a dar una vuelta y pararnos a tomar algo en un bar cercano al hotel. Conseguimos acoplarnos en una mesita de fuera del recinto, pues éramos más de cinco personas y costó un poco organizarlo todo, pero finalmente, lo conseguimos. Ya había comenzado a anochecer cuando logré sentarme al lado de Harry y Melanie.

-Yo un café con leche. –Pedí por último a la camarera cuando acabó de tomar nota.

Nos dedicó a todos una sonrisa, y mientras, comencé una animada conversación con Harry mientras esperaba mi taza. Obviamente, Harry era curioso, y se había percatado de los momentos que vivíamos Dan y yo.

-Pero entonces dime, -Me pidió en un susurro solo para que oyera yo. -¿te gusta o no?
-Harry, no me gusta confesar mis sentimientos. –Me hizo cara de cachorro degollado, lo que me pudo. –Está bien. –Suspiré. –Sí, me gusta Danny, y mucho.
-¿Entonces por qué no te lanzas?
-¿Estás loco? –Carcajeé suavemente. –Soy muy vergonzosa, ¡jamás me atrevería a hacerlo! Además, tengo miedo al rechazo.
-Eres más tonta de lo que suponía. –Suspiró. –Haber, señora causante de la canción FALLING IN LOVE, ¿no te dice nada eso?
-Lo sé, pero no tengo confianza en mi misma. –Me rendí, levantándome de mi silla. –Voy al baño un segundo, ahora regreso.

El batería asintió, mientras yo entraba dentro del local, el cual estaba decorado con sillas y mesas de madera, y las paredes pintadas con un color canela. Encontré fácilmente el baño, y me metí dentro de él para pensar un poco, más que nada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario