viernes, 10 de febrero de 2012

capitulo 34

-¿Dougie? –Me quedé sin respiración, y por suerte mis ojos no se salieron de su órbita. -¿Qué te… qué te gusta Dougie?

Su labio comenzó a temblar y sus ojos se cristalizaron en un solo un parpadeo. Antes de que la primera gota cayera de su ojo, cubrió su rostro con sus manos, y una vez allí, expulsó todo el llanto que tenía. No supe como reaccionar. Estaba paralizada, con la piel de gallina. No estaba enfadada con ella, ni nada por el estilo, tan solo que me había impactado la noticia.
No me lo pensé dos veces. Entendía como se sentía, y debía tratarla como me hubiera gustado a mi que me tratasen. Cubrí su cuerpo con mis brazos, y apoyando mi barbilla sobre mi cabeza, le di apoyo.

-Melanie, no pasa nada. ¿Crees que iba a enfadar por algo así?
-No lo sabía, tenía miedo. –Dijo ella gimoteando y levantando su cabeza. –Pero es que me siento… mal. ¡Justamente él! Lo siento, Cady.
-¿Sentirlo por qué? –Dije yo, riendo. -¿Acaso tu eliges de quien te enamoras?
-No, pero…
-Pero nada, Melanie. –Dije yo sonriéndola, mientras que ella me devolvía la sonrisa. –No pasa nada, para eso estamos las amigas, ¿entendido? –Ella asintió. -¿Qué te parece si volvemos?
-Está bien. –Dijo ella separándose de mí, y, con una sonrisa y alegría en los ojos, echó a andar delante mía.


Al cabo de unos diez minutos, encontramos a Harry, Daisy e Izzy. Me cruzaba muchas veces miradas inquietas con Melanie cada vez que Dougie le hablaba. Yo simplemente me limitaba a sonreír. Pero, ¿acaso no me importaba aquello? Quería que Dougie y Melanie salieran, pero, Dougie era mi pareja, y le quería, pero al parecer no como debería.
 Me quedé pensativa varios segundos, hasta que el rubio y la castaña me dieron un golpe, cada uno en cada codo. Nos habíamos quedado apartados los tres de los otros.

-¿Estás aquí, Cady? –Dijo el rubio rodeándome por la cintura y dándome un beso.

No pude evitar sentirme culpable y cruzar mi mirada con Melanie. La alegría que tenía encima había desaparecido en el momento y ahora solo se veía una triste sonrisa, disimulado lo que sentía. Lo aparté de mí, evitando que ella nos viera.

-¿Qué pasa, Cady? –Dijo el, preocupado.
-Me duele un poco la barriga, creo que voy a dar una vuelta. –Mentí.
-¿Te acompaño? –Preguntó él.
-No, quédate aquí, ahora vuelvo. –Dije sonriendo, y el solo se limitó a asentirme.

Di media vuelta y caminé entre la multitud, intentando encontrar algo con que pasar unos minutos. No me apetecía subirme a ninguna atracción, ni algodón de azúcar, ni patatas… solo me apetecía pensar, pensar en silencio y tranquilamente, pero me parecía que no había ninguna parada allí que me proporcionara aquello.
Unos golpecitos en mi hombro hizo que diera media vuelta. Danny, con el móvil en la mano, me miraba sonriente.

-¿Qué haces aquí? –Me dijo.
-He venido a dar una vuelta, para que me diera el aire.
-Entiendo. ¿Y los otros?
-Estamos todos allá, -Dije señalando de donde venía. –Tom y Alice aún no han aparecido.
-A saber que harán. –Dijo, y se rió de aquella forma en que solía contagiar su risa. -¿Te ocurre algo? –Dijo notando mi mirada.
-No, solo intento pensar. –Dije, arrugando el ceño. –Pero con tanto ruido me es imposible.
-Suele pasar. –Me cogió de la mano, y sin saber porque, me puse nerviosa. –Ven, yo también necesito pensar. –Y sin ni siquiera preguntarme si quería ir, me arrastró con el, fuera de la multitud, hasta el descapado de al lado. -¿Mejor?
-Sí, mucho. Aún se oye, pero al menos este entorno te hace pensar mejor.
-Yo antes he venido aquí. –Dijo sentándose sobre una roca. Imité su acción. –Tenía un come-cocos.
-¿Puedo saber por qué? –Dije, mirándole a los ojos. Aquellos preciosos ojos azules resaltaban en la oscuridad incluso.
-Resulta que he ligado hoy. –Mencionó entre carcajadas, y yo solamente solté una risita, y forzada. –Y bueno, la he conocido y no se como pero la he besado.
-Pero… ¿la conoces de antes? ¿sabes siquiera como se llama? –Pregunté yo, buscándole lógica al tema.
-No, la he conocido hará unas horas, y se llama Georgia.
-Vale, la has besado, ¿y? –El levantó una ceja, como si fuera obvio. –A Melanie también la besaste y para ti no fue nada.
-Oh Cady, ni siquiera sé porque la besé aquella noche, en realidad no era ella a quien quería besar. –Me confundí. ¿No era ella?
-¿No era ella? –Repetí mi pensamiento en voz alta. -¿Y a quién querías besar entonces?
-A ti. –Dijo como si no fuera nada, y mi corazón, apunto de sufrir un infarto, aceleró a mil por hora. –Pero fue solo aquella noche, nada más. –Volvió a carcajear y me miró. –Tranquila, no he tenido más ganas de besarte hasta entonces.

¿Perdón? Mi emoción de segundo había aparecido de la nada, y un nerviosismo me había apoderado, pero menos de lo que canta un gallo, había desaparecido. ¿Sólo esa noche? Me enfadé, no se por qué con él, pero pasé del tema.

-Ya veo. Entonces, -Dije queriendo cambiar de tema. -¿Con la tal Georgia ha sido algo más que un beso?
-Tal vez. Es muy guapa la chica, y tiene un cuerpazo que… -Se reservó las palabras, acordándose que era mujer y no macho. –Quiero decir, ¡fue Miss Inglaterra!
-¿Miss Inglaterra? –Me extrañé yo. -¿Qué es, una Barbie de porcelana o qué?

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