-Qué día más agotador… -Dijo Mel tirándose sobre mi sofá, sin dejarme sitio.
-Si… pero te recuerdo que duermes en tu casa. –Le avisé apartando sus pies.
-¡Pero Cady! En casa me siento muy sola.
-Me parece bien, pero yo no voy ha aguantarte a ti y a mi hermano esta noche. Además, tú roncas.
-¡Yo no ronco! –Me gritó golpeándome en el brazo. –Por favor Cady…
-Hoy no Mel. –Dije suspirando y viendo entrar a mi hermano en casa. –Si quieres mañana, pero hoy no me apetece.
-Bicho cruel. –Criticó ella levantándose de golpe y cogiendo su bolsa. –Me voy a MI casa, yo SOLA. –Pasó por el lado de mi hermano mientras el la miraba con curiosidad. -¡Adiós mundo cruel!
-¡Adiós! –Dije felizmente mientras ella daba un portazo. –Que maja…
-¿Esa es Melanie? –Preguntó Jack acoplándose en el sillón.
-Si ya la conoces.
-Que grande se ha hecho. –Suspiró y me miró. –Haz la cena.
-¡No! Hoy te toca a ti. –Le dije quitándome los zapatos y acostándome en el sofá. –Y no me hagas pizza fría.
Suspiró perezosamente. Se levantó sin ganas y fue hasta la cocina. Mientras yo, comencé a pasar canal por canal, sin nada interesante que ver. Al cabo de cinco minutos, oí a mi hermano gritar. Me levanté de golpe y corrí hacía la cocina, pero antes de llegar, la luz se fue. Me estampé contra la pared intentando encontrar al idiota de mi hermano.
-¡Jack! –Grité buscando su respuesta.
-¡Qué!
-¡Qué demonios has hecho!
-Tuve un pequeño accidente. –Dijo encendiendo la linterna y encontrándome más cerca de lo que pensaba. –Creo que me he cargado los plomos.
-¡Estúpido! –Le dije golpeándolo. -¡Arréglalo! ¡Yo ahora me voy a dormir, y como mañana por la mañana no vaya, te arrepentirás!
-Pero no has cenado…
-¡Da igual! –Pasé del tema levantando mi cara con superioridad. -¡Tengo galletas en el cajón de la mesita de noche! ¡Buenas noches!
-¡Espera! –Me pidió siguiéndome. –Yo quiero galletas.
-No haberme dejado sin luz.
…
-Si me hubiera quedado yo a dormir, esto no hubiera pasado. –Me dijo Melanie burlándose de mí.
-Eres gafe. Me odias y quieres venganza.
-Es cierto. –Dijo cogiendo el paquete de patatas de golpe. –Pero yo hoy me quedaré a dormir aquí quieras o no quieras.
-Ups… -Dije de acordándome de una cosa y poniéndome la mano en la boca. –Me parece que hoy tampoco podrá ser…
-¡Hoy será! –Me amenazó cogiéndome por el cuello de la camisa. –Que escusa se te ha ocurrido ahora.
-No es ninguna escusa. Mañana mi hermano tiene uno de sus aburridos partidos de futbol y me exige que vaya.
-¿Y…?
-Es por la mañana. Hay que madrugar.
-Como si eso fuera problema mío. –Dijo despreocupándose. –Yo suelo madrugar; eres tu la que se despierta a la hora de comer. Además, te acompañaré al partido para que no te aburras tanto. –Me guiñó un ojo.
-Pero Mel… pero si no puedes mantenerte sentada en un mismo sitio más de cinco minutos. Además, el futbol no te gusta.
-Me da igual. Yo quiero quedarme a dormir. –Me amenazó con la mirada. –Además, a tu hermano no le importará, ¿Verdad?
-Le da igual… sinceramente no se porque me pide que vaya. –Me encogí de hombros. –Los tíos son raros.
-Si, si que lo son. –Se quitó los zapatos con los pies. -¿Me prestarás un pijama?
-¿Tanto te cuesta acercarte a tu casa y traértelo tu misma?
-Si, si que me cuesta. Vivo lejos y no tengo coche…
-¡Es bueno caminar!
-Pero no me apetece… -Me crucé de brazos. -¡Cady! ¡Por favor! –Se tiró encima mía. Mi respiración se cortó. -¡Te lo imploro!
-Vale.. ¡vale! –La empujé al suelo. –Pero aparta… eres una bruta, ¿lo sabes?
-Lo sé. ¿Qué hay para cenar?
-Aún no lo sé…
-¿Quién cocina? ¿Jack?
-¡No! Esta vez es capaz de quemarme la cocina…
-Pues lo hago yo hoy. –Levanté una ceja insegura. –Tranquila… te recuerdo que vivo sola y me cocino yo mi comida… además, la televisión de hoy en día me enseña.
Carcajeé. Supongo que no podía hacer nada para evitar que Mel se quedara a dormir. Al fin y al cabo, por la noche podría divertirme… otra cosa sería el despertar que tendría a la mañana siguiente.
Después de haber discutido sobre que canal poner, vino mi hermano. Nada más pasar la puerta, parecía divertido, pero puso su cara de horror cuando vio a Melanie tirada sobre el sofá.
-¿Aún seguís aquí? Está anocheciendo y es hora de ir ya a casa; las calles son peligrosas por la noche.
-¡Tranquilo Jack! Me quedo a dormir.
-¿Qué? –Me miró con cara de horror. –Eso se avisa, Cady.
-No molestará. Una vez que coge sueño no hace ruido.
-Pero también es mi casa. Además, mañana es el partido, necesito descansar.
-¡Pues eso! ¡Me quedo! Además, seguro que tampoco te enteras de que estoy aquí, Jack… tú ya me conoces.
-Por eso mismo lo digo. –Suspiró perezoso. –Me voy a mi habitación… por cierto. –Miró acusador a Mel. –Quiero privacidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario