viernes, 10 de febrero de 2012

capitulo 59

Aparté la cortina de la ventana del autobús, y un cálido rayo de sol me iluminó la cara, haciendo que me despejara un poco más aquella mañana. Me desperecé y bostecé cómodamente, mientras veía que Dougie, Harry y Daisy eran los únicos que despertaban. Miré el reloj, y pude ver que la pequeña varilla posaba en el nueve. Eran las 9:00 am. Miré a mi alrededor, y vi como los demás descansaban, menos Danny, quien apoyaba un papel sobre sus rodillas y parecía estar concentrado en el. Aparté la vista de él y fui hasta Doug, donde me senté a su lado.

-Últimamente Danny parece estar muy concentrado entre papeles y su guitarra, ¿no? –Le mencioné en un susurro.
-Sí, está trabajando en una nueva canción. –Me sonrió. –Está repasando el arreglo que le hizo Tom el otro día; quiere tocarla esta noche en Paris.
-¿Suele currarse tanto las canciones?
-No, no tanto. Esta la ha escrito él solito, y la verdad es que está bastante bien.
-¿Y como se llama?
-Ya lo sabrás. –Rió con su aguda voz. –No podemos desvelar información sobre nuevas canciones, señorita Cady.

El rubio se recostó sobre su asiento, cerrando los ojos. Observé a la pareja que se daban tiernos besos cerca de mí, de modo que decidí darles un poco de intimidad. Fui a la otra punta de los asientos, no muy lejos de Danny, pero manteniendo las distancias. Me senté en una butaca y saqué mi móvil, intentando encontrar entretenimiento. Cuando me hube sumergido dentro de Internet, noté que el asiento de mi derecha se sumergía un poco. Miré a mi lado, y Danny se había sentado a mi lado. Le observé muy confusa, con el ceño fruncido y sin entender. Él me sonrió.

-No me mires así. Ya soy lo suficiente orgulloso para hacer esto.
-¿Me vuelves a hablar después de casi 2 meses?
-También he estado ocupado en cosas. –Se excusó serio. –Verás, lo que te dije en Alemania… -Me miró a los ojos. –de verdad que no lo pienso.
-¿Y por qué lo dijiste entonces?
-Me mosqueé contigo… creía que habías pensado igual que Melanie y que habías comentado aquello que pasó de entre la gente, pero vi que no. –Me sonrió con su perfecta sonrisa, doblando la cabeza mientras acurrucaba sus ojos azul marino. –Lo siento.
-Perdonado. –Me rendí intentando parecer fuerte, y le di media sonrisa.


Cuando llegamos a Paris, todos dejamos nuestro equipaje en nuestras habitaciones. Me tocó compartir con Alice, mientras que a Danny le tocaba con Harry. Deshaciendo parte de el en silencio, Harry recordó la nueva canción que tenía que tocar esta noche.

-Danny, una cosa. –El pecoso le miró. –La canción que nos diste hará unas semanas, ¿a quien se la dedicaste?
-¿Uhm? –Pensó alguna excusa, pero no funcionó. –A nadie…
-Vamos, se te nota un montón. –El batería rió. –Es solo fijarse en la forma en la que la miras y empezar a sospechar…
-¡Cállate, Harold! –Dijo incómodo el guitarrista, arrojándole unos calzoncillos. –Puede que vaya la canción para ella, o puede que no. Además, ¿Qué más da?
-Oh, nada. –Carcajeó por lo bajo. -¿Y le dedicas una canción para esto? ¿No será un poco… incómodo el momento en que la cantes delante de ella?
-Puede ser, pero no encuentro otra opción. –Cerró la maleta de nuevo y se dirigió poco a poco hacía la puerta. –Además, una parte de mi desea que Cady no vaya esta noche al concierto, pero es lo que hay.

Abrió la puerta, sin apartar la vista de Harry. Se despidió con la cabeza, mientras salía de la habitación, pero no pasó del umbral de la puerta. Cady le impedía el paso, ya que estaba enfrente de esta. La cara de Danny fue todo un poema.

-Si no quieres que vaya al concierto, simplemente dímelo. –Susurró, y dirigiéndole una última mirada de enfado, comenzó a caminar.

(…)

Me paré en medio del pasillo al diferenciar su voz. Sonreí para mis adentros, y vencida por el gusanillo de la curiosidad, apoyé mi oreja sobre la puerta de donde procedía su voz y la que parecía la de Harry.

-…Puede ser, pero no encuentro otra opción. Además, una parte de mi desea que Cady no vaya esta noche al concierto, pero es lo que hay.

Resoplé indignada, observando como la puerta se abría lentamente. Aparté mi oreja y me alejé varios pasos de la puerta, hasta que me encontré al guitarrista delante de mi. Su cara pareció asustarse, pero yo mantuve mi mirada fija.

-          Si no quieres que vaya al concierto, simplemente dímelo. –Susurré enfadada, y le miré una vez más con decepción, dándole la espalda y empezando a caminar hacía mi habitación de nuevo.
-          ¡Cady no, espera! ¡Has oído mal! –Le oí gritar, notando como su paso concordaba cada vez más con el mio.

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