viernes, 10 de febrero de 2012

capitulo 58

Entré con cautela a la habitación. Una tibia luz estaba encendida, iluminando lo necesario la sala. Mi maleta estaba en el suelo, apoyada sobre el lado derecho de la cama. Era de matrimonio, como no.  Divisé a Danny sentado en el lado izquierdo, observando hacía la ventana. Cuando entré, no se molestó en girarse para verme. Suspiré y fui hasta mi maleta para sacarme el pijama.

-¿A que hora irás a dormir? –Le pregunté escondiéndola debajo de la cama.

No contestó. Siguió girando el lápiz entre sus manos, moviendo la vista hacía las arrugadas hojas escritas y tachadas que tenían sobre su pierna. Fui hasta la puerta del lavabo, pero me paré antes de entrar. Eché una última ojeada a Danny, y este por fin me miraba. Parecía triste. Aparté la vista rápida de él y me encerré en el baño para ponerme el pijama.

Cuando salí con mi pantalón pijama a rayas a mi camisa de manga larga grande y desgastada, Danny ya estaba acostado sobre la cama, mirando la televisión. Se había puesto un pantalón gris como pijama y una camiseta ajustada de manga corta. Un escalofrío me recorrió al verle; ¿cómo no podía pasar frío?
Me senté en mi parte de la cama, y sin mirar a Danny, saqué una revista y empecé a ojearla. De repente oí el chasquido de una cama en el piso superior, donde estaban Dougie y Melanie. Ambos parecían copular. Reí por lo bajó y noté que él también lo hacía. Pronto noté como su mirada se posaba en mi nuca, y un nerviosismo se apoderó de mi.

-No tardaré mucho en irme a dormir. Mañana por la tarde tenemos un concierto en Berlín. –No le miré, y decidí ignorarle. -¿Ahora eres tu la que no me contesta? –Carcajeó, e intenté aguantarme mi sonrisa.
-No hay quien te entienda, Dan.  –Cerré la revista y me giré para verle. –Esta noche me sacas a bailar, tan amable como siempre, pero luego al volver al hotel ni siquiera me miras y antes, cuando te han dicho que tenía que compartir habitación contigo, ha parecido molestarte. –Tensé mis labios. -¿Por qué eres… así?
-¿Preferías dormir con Pablo, acaso?
-Tengo más confianza contigo. –Aguanté mi expresión. –No me has contestado.
-Últimamente estoy… así. Me enfado por nada, estoy bipolar, hago las cosas sin pensar…
-Como cuando me besaste. –Le corté, mientras las palabras se me escapaban.
-¿Qué? –Arrugó el ceño. Recé porque no se enfadara. -¿Aún no has olvidado eso? –Bufó. –Dios, eres igual que Melanie… ¡Fue solo un beso, nada más! No es para que les vayas diciendo que somos pareja a tus amigas y al encargado de habitaciones.
-¿Qué dices? –Me enfadé. –En ningún momento les he dicho que somos pareja, ni siquiera les he dicho que me besaste, zopenco. –Me mordí el labio, aguantado la rabia. –Y si le tuvimos que decir eso al encargado ¡era para que no me echara a la calle sin lugar donde dormir! Además, ya sé que eres una persona sin sentimientos, que piensa que las mujeres somos de usar y tirar, que no tenemos corazón y que puedes hacer con ellas lo que quieras. –Acabé de soltar.
-No se para que has venido a Alemania. –Apagó el televisor y caminó hasta la puerta. –Solo haces que molestar. –Y dicho esto, cerró la puerta.

Me quedé observando la puerta, mientras mis ojos se humedecieron hasta que no aguantaron más el peso de las lágrimas. Sumergí mi rostro sobre la almohada, aguantado mi llanto para que nadie me oyera. Aquella noche, que creía que iba a ser increíble, había resultado una mierda.  Danny había sido la peor persona que me había hecho daño, incluso superando a Dougie. Una vez repasé sus palabras por milésima vez, por fin caí en un profundo sueño.


Cuando desperté, la sábana de la almohada estaba aún mojada, seguramente por mis lágrimas o porque había dormido con la boca abierta. Me di la vuelta hacía mi otro lado, y el susto hizo que casi cayera de la cama. Danny dormía cara a mi, con la boca abierta y sus ronquidos volando por la sala. Ya no llevaba puesta la camisa, pero me importó poco. El sentimiento de rabia seguía en mi, de modo que me levanté y caminé hasta la ducha. Sabía que me había comportado mal con él también, pero sus palabras me habían llegado fondo. Desconecté de la realidad una vez me sumergí en el agua que echaba la ducha.

Cuando salí del baño, Danny ya no estaba en la cama. Lo busqué por la habitación, pero no lo encontré. Dejé mi pijama de nuevo guardado sobre la maleta, y me peiné lo más rápido que pude. Cuando acabé, me dispuse rápida a salir, Pero un ruido detrás mía hizo que me parara. Eché un vistazo a mi espalda, y vi como el pecoso estaba apoyado en el umbral de la puerta de cristal que daba al balcón. Solamente miré sus pies, pero no pasé de ello. Abrí la puerta y salí para encontrarme a mis amigas.

Los tres días que estuvimos por Alemania se pasaron rápido. Danny y yo habíamos dejado de hablar, pero nadie pareció darse cuenta, ecepto Tom. Me había estado preguntando sobre lo que había pasado, ya que según me dijo, Dan tampoco se lo quería decir. Al final opté por contarle lo que hablamos. Intentó apoyarme, pero fingí que estaba bien. En realidad, dentro de mi misma estaba echa polvo, pero el tiempo cura las heridas.
Fuimos a España, Bélgica, Portugal y Luxemburgo, lo que nos llevó un mes y medio. Los chicos habían tocado la mayoría de sus canciones, pero afirmaban que aún quedaban algunas por estrenarlas. Mi relación mejoro notablemente con Melanie y Dougie, lo que hizo que la cosa volviera a ser como antes, ya que en aquel momento, lo único que se me pasaba por la mente era Danny, con quien seguía dirigiéndome las justas palabras. Próxima parada, Francia.

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